Una decisión controversial, pero necesaria

Fecha de Publicación
Diciembre 13 de 2022
Categorías:
Comunicación Social
Foto por: Laura Fernanda Cortés.

Tunja es la ciudad con el precio de la gasolina más alto actualmente (9600 pesos por galón). Por ende, con el alza del combustible, finalizando el año estaría en unos 10200 pesos y esto preocupa en gran medida a los habitantes.

Por: Laura Fernanda Cortés Torres. Columna informativa

En Colombia ya se ha generado bastante controversia por la decisión que tomó el nuevo gobierno de Gustavo Petro de subir el precio de la gasolina, pero muy poco se ha explicado el por qué se llegó a esa instancia. La desinformación, especulación y oposición divide cada vez más al país, y la guerra entre partidos políticos y clases sociales aumenta a diario.

“El precio de gasolina más alto de la historia de Colombia llegará en diciembre, pero seguirá subiendo”, (Revista Semana, 2022); “estas son las consecuencias que traerá el alza en los precios de gasolina” (Periódico El Tiempo, 2022); “la marcha del 26 de septiembre: la primera prueba de fuego de Petro con la calle” (Revista Cambio Colombia, 2022). Estos son algunos titulares que han salido a la luz pública por parte de medios tradicionales, un poco amarillistas y partidarios de sembrar temor en los espectadores con información tergiversada, lo que ha ocasionado que la propuesta sea rechazada e incomprendida, aún cuando es la forma más responsable de acabar con la deuda que dejaron gobiernos anteriores.

Tunja es la ciudad con el precio de la gasolina más alto actualmente (9600 pesos por galón). Por ende, con el alza del combustible, finalizando el año estaría en unos 10200 pesos. Esto preocupa en gran medida a los habitantes, que si bien están conscientes de que es algo que se debe hacer, no entienden por completo la decisión y, en algunos casos, afirman que es solo una acción irresponsable en contra del pueblo, como lo comenta Edith García, pasajera de transporte público: “aunque digan que es necesaria, toda alza siempre termina afectando al bolsillo de la gente porque suben los precios de los alimentos y como siempre echan mano del pueblo para sacarle de donde no tienen, no saben buscar otras estrategias más que reformas y subir todo, porque prometen y después se dan cuenta que no hay con que cumplir, entonces nos ponen impuestos y más impuestos”.

Tal vez, el descontento de la población se fundamenta más en desinformación y poco abordaje del tema. Para entenderlo, primero es necesario traer a colación al Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), herramienta que tiene como objetivo mitigar y matizar la diferencia de precios entre los internacionales y nacionales, pagando el excedente que se genera; gracias al FEPC, Colombia goza de uno de los precios de combustibles más baratos en el mundo. Sin embargo, para 2020, con la llegada de la emergencia sanitaria, se decidió no subir el precio de la gasolina para no afectar a los ciudadanos y se siguió sacando dinero del mismo fondo para cubrir la diferencia de precio. Es decir, se gastó, pero no se reembolsó; por lo tanto, se generó una deuda de aproximadamente 40 billones de pesos, casi la mitad del déficit del presupuesto nacional.

“El gobierno de Iván Duque, meses antes de finalizar su gestión, confirmó que pagaría dicho déficit, pese a que advirtió que se tendrían que dar aumentos graduales a lo largo de los meses” (Forbes Colombia, 2022), promesa que no fue cumplida, y delegó tal situación crítica en el nuevo gabinete.

Leonel Pulido, taxista de Tunja, manifestó su intranquilidad dado que, al día, se gasta unos 8 galones de gasolina, y si al pasar el tiempo sigue subiendo desmedidamente el valor, los usuarios ya no van a querer utilizar el transporte público, disminuyendo así sus ingresos diarios para el sostenimiento de su familia. Precisamente, para que el aumento no impacte tanto en el bolsillo del colombiano, se ha propuesto desde octubre subirle 200 pesos al precio de la gasolina, para finalizar el año en unos 600 pesos en total. Adicional a ello, el presidente Gustavo Petro dejó saber que está abierto al diálogo para recibir propuestas de los diferentes gremios de transportadores y así, contrarrestar esta problemática que, a su vez, genera otras tantas. 

“Todo es por cuestiones económicas del país. Pienso que, si tuviéramos una planta de gasolina que se fabrique acá y se comercialice para nosotros mismos, no habría tantos aranceles ni problemas como estos, porque así sea necesario, para nadie es un secreto que nos perjudica a todos, y yo soy uno de los directamente afectados” expresó Carlos Núñez, conductor de vehículo particular. Respecto a lo anterior, el mandatario ha pedido al Congreso que, a través de la reforma tributaria (que todavía está en discusión) se eliminen los impuestos que en la actualidad se cobran sobre la gasolina y, de esta forma, se genere cierto alivio al cobro del combustible. Además, excluyó del aumento el diésel, que es el usado por los transportadores de alimentos para que se aminore el efecto negativo en la canasta familiar.


Carlos Núñez, conductor de vehículo particular.

Pese a toda la controversia que hay en estos momentos, varios expertos han afirmado que es una decisión responsable y elevar los precios se hace necesario puesto que es insostenible el déficit acumulado, tal como lo afirma Daniel Wills, vicepresidente Técnico y de Estudios Económicos en Asofondos, en entrevista con Forbes: “los subsidios a la gasolina no necesariamente le llegan a los más necesitados, sino a los que más consumen gasolina. Eso sin hablar de su impacto ambiental. Asumir el costo político de hacerlo habla bien del presidente Petro” (2022).

Si el valor no se incrementa, a largo plazo se verán las consecuencias. Una de ellas se traduciría en que la gasolina internacional llegará más costosa y los colombianos van a tener que pagarla completamente, pues ya no se tendrán ahorros en el FEPC disponibles para cubrir el excedente. En conclusión, es una medida que no tiene reversa, pero que, de igual manera, repercutirá en los ingresos de los hogares, “de modo que va tocar echar lápiz y priorizar las compras de lo más necesario para poder subsistir con lo que uno logra ganar en su trabajo”, declaró Jorge Camacho, pasajero de transporte público. Después de todo este recuento, ¿aún sigue pensando que es descabellada la idea?
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