Entre arpegios y armonías: lo que nunca fue

Fecha de Publicación
Octubre 05 de 2020
Categorías:
Comunicación Social
Violín 1

Resonó el último mi bemol de la canción más dulce que su oído habría podido captar, era Beethoven, historia de un amor perdido en el alma insaciante de ese corazón bandido.

-Sin razones, sin destino... es verdad, no sé cuál es el camino-

 

Por: Camila Bohórquez

–Me duelen las manos, pero mi mente me domina en querer conquistar la melodía más bella que he podido entonar-.

En medio del confinamiento por una enfermedad, afirmada que sería la noche, en la que una mente decide volar tras la ilusión aberrante de un sueño en Paris, añorando un amor que nació un sábado entre arreboles, en el café del helado napolitano que podía saborear cuando sus dientes no se hinchaban de pensar en el clima protuberante de la vainilla congelada.

Foto: Camila Bohórquez

 

viejo

No sería el prototipo de mujer perfecta que la sociedad le había impuesto, pero era la ilusión abigarrada de un lienzo que cupido tendría para él. -Roxana, este es el día maravilloso en que puedo dibujar tu figura en mi mente-, juntaba las manos, mientras pensaba en las prosas que le pudo haber dicho en el momento indicado. Cenizas que se las lleva el viento en una oda perfecta que solo Ludwig podría adivinar en una sonata compuesta en Do mayor.

Foto: Camila Bohórquez

mafalda

Esas manos, esa forma de interactuar con ellas, esa dulce armonía en clave de sol que entonada la fragancia innata de una musa inspiradora. – ¿Y si mi aliento hubiese dado la fuerza para decirle lo que siento?- Ahora lo pensaba, en un momento en el que su vida dependía de un sano confinamiento. -No sería más inmune que vivir con un abrazo-, un apretón de brazos, de aquellos que bajo el perfumado olor a rosas blancas, le diera el último adiós, y el más sincero: te amo.

Foto: Camila Bohórquez

londrés

¿Londres o Paris?, era un acertijo saber dónde poder morir; entre tanto, cerraba los ojos añorando estar el otro lugar, diferente a las paredes blancas de aquel viejo hospital. –Nunca supe cómo ser con las personas que me demostraban muy sucintamente que me querían, y ahora que lo medito, nunca me daría el sí, porque no lo merecía- se culpaba mientras en su último esfuerzo de vida esperaba la razón que definiría su destino.

Foto: Camila Bohórquez
viejo 2

29 de agosto del año 2020, Colombia, positivo para Covid-19. El último tic-tac del reloj comenzaba, un centenar de añoranzas, una máquina que suspiraba por él, una oportunidad para despedirse del recuerdo de lo que fue o esperaba ser, una lágrima que deslizaba sobre su rostro envejecido y un adiós al amor bandido.

Foto: Camila Bohórquez

paisaje

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