CON RESPONSABILIDAD SOCIAL, FUNDACIÓN MILPA SIGUE DESARROLLANDO PROYECTOS Y PROGRAMAS.

Fecha de Publicación
Abril 15 de 2020
MILPA

Empresa carbonífera vincula la sociedad en sus planes y al mismo tiempo enseña y educa.

 

Samacá es un municipio ubicado en la provincia del centro, allí nació la primera fábrica textil en Colombia, es conocido por el sabor de sus arepas y calado, igualmente por ser uno de los pioneros en la explotación del carbón y producción de coque metalúrgico.

Milpa, es la empresa más grande del municipio dedicada a esta actividad, cuenta con aproximadamente 2000 trabajadores, se desempeña en diferentes frentes, Socha, Guachetá, Bogotá, en los puertos de Cartagena y Barranquilla, donde realizan exportaciones alrededor de 25 países. Sin embargo, en la actualidad su producción se ha visto afectada por la pandemia del coronavirus, puesto que existe una dificultad para que el carbón y coque puedan salir del país y ser comercializados.

Hay algo que diferencia a Milpa de las demás empresas, su misión social, cuyo desarrollo se da a través de la Fundación Milpa, dedicada apoyar todos los programas del municipio y las necesidades de su gente, así mismo, cumple con el deber de responder al impacto ambiental que genera la actividad que realizan, crea grupos stakeholders, son las personas u organizaciones que de alguna manera se ven afectadas por las decisiones y funciones que desempeñan, en primera instancia están sus colaboradores, seguidamente sus familias, las comunidades y por último el Gobierno.

Milpa tiene un conjunto de personas encargadas de la responsabilidad social de su empresa y son precisamente ellos quienes plantean proyectos, llevando a cabo programas que involucran y benefician a estos grupos, actualmente efectúan: “Huertas urbanas” el cual va de la mano con “Hábitos y estilos de vida saludables”, el objetivo es sembrar productos y consumirlos, creando una autosostenibilidad, de la misma forma, Milpa replanteó la intención de este programa y lo convirtió también en un plan de negocio, sin dejar de lado la idea original.

“Huertas urbanas” o también denominado “Kilometro 0” está siendo desarrollado por el grupo stakeholder conformado por la familia en cabeza principal de las mujeres, Gloria López, Doctora Ejecutiva de la Fundación Milpa expresa: “Les estamos enseñando cómo hacer agricultura de manera ecológica, donde no se utilicen fungicidas ni fertilizantes”. Todas las semillas o plántulas como lechuga, acelga, fresas, zanahorias, repollo, brócoli, calabacín, ahuyama, uchuva entre otras, son dadas a estas mujeres para sembrar en compostajes con abono orgánico, cal, tierra negra y donde los fertilizantes salen a raíz del lombricultivo, que consiste en colocar lombrices californianas en un contenedor con desechos orgánicos de cocina (cascaras de papa, plátano, etc.), entre más picados estén más rápido va a ser el proceso de producir este abono, el reto es sacar alimentos sanos, de allí la relación que existe con el proyecto de “Hábitos y estilos de vida saludable”, donde se pretende alimentar a los trabajadores y sus familias adecuadamente, de manera sana.

En el año 2019, la Fundación Milpa con ayuda de las familias crearon 20 huertas, el fin era ver cuál sería la aceptación y como las personas adoptaban estos nuevos hábitos y costumbres en su vida diaria, obteniendo como resultado una muy buena acogida ya que para ellos es agradable ver y comer productos naturales, característicos por sus colores vivos como el verde y rojo en hortalizas y frutas.

Estas huertas impactaron especialmente a jóvenes y adultos mayores, puesto que deseaban comer más saludable, versen mejor estéticamente y prevenir enfermedades en un futuro, “… También es bueno comer estos productos porque vienen de gente humilde, del campo, donde ellos se encargan de cultivar sanamente y así ayudamos también a mejorar la economía minoritaria”. Están son las palabras de Moisés David Costilla un joven Samaquense; a raíz de esto Milpa ha decidido aumentar el número de huertas a 40 en el presente año, donde participan “…60 mujeres, activas, jóvenes y felices”. Como nos lo cuenta Gloria López.

La fundación se ha encargado de proveerles todas las herramientas necesarias para su desarrollo, desde los contenedores en los que plantan, hasta las semillas, puesto que muchas de las familias participes viven en arriendo, no tienen predios y tampoco se les permite cultivar en los alrededores, igualmente, tienen la oportunidad de elegir qué desean sembrar, lo importante para el grupo de responsabilidad social de esta empresa es que mantengan los contenedores llenos y se alimenten de allí mismo: “Los estamos enseñando a preparar jugos de zanahoria con ahuyama, mermelada de naranja, etc. con el fin de que estos alimentos se vean provocativos y quieran ingerirlos” dice Gloria. Así mismo, contribuyen para que estas familias no tengan que gastar dinero en la compra de estos frutos, en supermercados donde seguramente tendrán un valor adicional.

La empresa también educa a las familias para que usen lo necesario, por ejemplo, en el caso de querer repollo, tomen solo las hojas necesarias de la huerta y no todo el producto, así, a partir de estas recomendaciones las cosechas empezaron a represarse debido a su alto grado de producción, de allí el plan de negocios que Milpa planteo, encontró otro nuevo camino, sugirió a estas mujeres comercializar, con el fin de obtener ingresos económicos en su hogar; en el año 2019 participaron en dos ferias dirigidas por la Cámara de Comercio de Tunja vendiendo sus productos, Gloria menciona que las más beneficiadas en este programa son las mujeres amas de casa, acostumbradas a que los esposos le dieran "hasta para una panela", las onces de los niños e implementos de aseo personal, pero ya no es así.

Al notar la rentabilidad que dejaba la venta de estos alimentos, las mujeres empezaron a solicitar más contenedores, semillas y plántulas, Alba Lilia Matamoros asistente técnica del proyecto dice que tienen una ganancia no inferior a los mil pesos y no superior a los dos mil por cada producto que vendan, está feliz porque esto le ha servido para salir de su casa, del entorno de realizar todos los quehaceres del hogar y cuidar los niños.

Gloria, quien demuestra estar entusiasmada con este programa manifiesta: “Son mujeres trabajadoras y son muy 'chuscas', también les ayudamos para que hicieran vida social, porque a pesar de ser vecinas o distinguidas, no se conocían, aquí aprendieron a colaborarse las unas a la otras”.

El compromiso que tiene la Fundación Milpa con la sociedad y el medio ambiente también les dio paso a estas mujeres de sembrar aromáticas como hierba buena, cedrón, menta, del mismo modo condimentarías tales como orégano, laurel, tomillo y muchas más.

Con el entusiasmo y las ganas al máximo de continuar creciendo, un curso en el Sena, certificado en producción de plantas medicinales aromáticas y condimentarías realizaron estas mujeres, de allí nace la idea de establecer un nuevo proyecto, “Arte aroma” que no hace parte de Milpa pero que sin duda alguna, es uno de los principales motivadores, dado que fue creado por las mismas mujeres que trabajan en el proyecto de huertas urbanas, donde estos productos se transforman en cosméticos para el cabello y cuerpo.

Diana Patricia Nova Buitrago es una de las líderes participe en el curso del Sena, y una de las mujeres con mayor conocimiento sobre los procesos en Huertas Urbanas, “Mi principal incentivo fue el de crear material a base de sustancias naturales porque los químicos hacen un daño severo en el cuerpo”.

El proyecto de Huertas Urbanas cuenta con distintos objetivos, algunos ya mencionados, de igual forma propone la reducción de la desigualdad social, encontrando lugares de sociabilidad para todo tipo de personas, en los que puedan desarrollar libremente sus destrezas, también en dado caso, si la empresa deja de funcionar, ya tienen otras labores en las cuales se pueden desempeñar.

Estas son algunas razones para que Milpa siga realizando estas actividades y en un futuro a través de más programas y proyectos puedan llegar a más hogares, y tener más reconocimiento a nivel departamental y por qué no, a nivel nacional, evidenciando el compromiso social que muchas empresas deberían tener en cuenta, frente a la actividad que realizan y más si esta se ven involucrada con la comunidad, pues es importante que prime la salud y el bienestar de toda la población Samaquense.

 

por:

Lina María López

Daniela Pérez

 

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