La esperanza en tiempos de COVID-19

Fecha de Publicación
Abril 29 de 2020
https://www.laopinion.com.co/cucuta/educacion-virtual-el-reto-de-las-universidades-regionales-193653

Opinión.

 

Nunca se está del todo preparado. Ni los estudiantes sospechamos en qué momento nos caen de las montañas encima o a qué hora se desata un enfrentamiento a bala entre la guerrilla y el ejército. Quienes no viven estos contextos no pueden formarse una idea de la situación; sin embargo, cuando el caos llega hay que asumirlo, aunque la vida se nos llene de silencios, los días se hagan más largos, las actividades más pesadas, el viento de golpes y las miradas dulces pierdan su sabor. Hay que enfrentarse, porque capotear la realidad, más que asumir lo que viene de fuera es una forma de enfrentarnos con nosotros mismos.

Hoy nos toca enfrentar algo para lo cual no estábamos preparados. El mundo padece una pandemia que le exige a la humanidad demostrar de qué está hecha. Los humanos debemos demostrar que no somos ningunos pendejos, que sabemos cómo combatir este nuevo reto, que no es el primero ni será el último. Desistir en estos momentos será lo más estúpido; ¡sí, lo más estúpido! Porque mientras hace unos meses algunos pedíamos que nos acompañaran a las calles para marchar y exigir los derechos que son nuestros, muchos dijeron: “Yo no marcho, yo produzco”. Y sí, hoy los veo en las calles produciendo…produciendo lástima porque ya no hay dinero para solventar los gastos.

Estudiar hoy es intentar aprender en medio de un hecho inédito en la historia de la humanidad. Nunca un ser humano debió confinarse en su vivienda para ver pasar el tiempo mientras se extingue su amenaza, pero la espera en medio de la pandemia es azarosa. Ocurre en medio de una lucha por sobrevivir, proveerse los alimentos y obtener el dinero para solventar los gastos diarios. Nos dicen que debemos estudiar, seguir aprendiendo como si nada estuviera pasando, seguir la rutina y edificar una sensación de normalidad como evasión del drama global.

Desde el otro lado de un cristal nos piden aprender en tiempos revueltos, prepararnos para la vida, desafiar la crisis, podremos hacerlo o al menos intentarlo a pesar del deseo de merecer un misil de alegría, hambre de amor y experimentar la falta de un techo para la felicidad y la ira contra una corrupción que nos arrebató la paz para sembrar la guerra.

Para ustedes, para nosotros, la educación virtual es un paso más para reconocer que estamos hechos del mejor potencial, aunque no estemos preparados somos ingeniosos y poseemos la capacidad de transformar una situación crítica en una oportunidad para promover nuevas capacidades y posibilidades. Podremos explorar el mundo detrás de un cristal y enseñar nuestra armadura, contribuir y humanizarnos, pensar al menos por una vez que no soy el centro de atracción y que existen los otros, viviendo situaciones similares o más dolorosas. Al menos, nosotros tenemos la oportunidad de estudiar, tener un techo digno, comida y amor. Algunos lejos de nuestras familias, pero con el apoyo de todos, mientras que otros batallan salvando vidas a cambio de la suya.

La educación virtual nos exige como estudiantes la autonomía y control sobre el tiempo. Este hecho nos motiva a reflexionar sobre el uso del tiempo y la necesidad de organizar mejor nuestras actividades, actitudes que se traducen en mayor responsabilidad. A encontrarnos con talentos ocultos y darnos cuenta que Jaime Garzón tenía razón al decir: “Si nosotros no salvamos esto, nadie lo hará por nosotros”. En medio de todo recobramos la idea de que tenemos el arma más poderosa, el conocimiento, el aprendizaje. Por ello, hoy decidimos juntar nuestras capacidades y explorar nuestra creatividad para descubrir nuevos talentos y crear contenidos que ayuden a nuestra comunidad y futuras generaciones.

De otra parte, aunque en la educación virtual el docente puede estar atento a las preguntas y necesidades de nosotros como estudiantes, este último sabe que no puede consultarlo por pequeños detalles. Entonces, la virtualidad le imprime un sentido de la búsqueda, la recursividad y creatividad para resolver dificultades por sí mismo, enfrentándose a nuevos retos lejos de los estándares a los que estamos acostumbrados, esta resulta ser una prueba para iniciar a buen paso el fomento del aprendizaje autónomo.

Igualmente, la virtualidad nos sitúa como estudiantes no solo ante una plataforma educativa, sino ante un universo tecnológico e informativo en la Internet. Este hecho, que no se produce en un aula presencial, le amplía las posibilidades de acceder en tiempo real a incontables recursos, contenidos y datos escritos, sonoros, audiovisuales y transmedia que le ofrecen mayor sentido de interactividad con el conocimiento y por tanto con su aprendizaje. 

Esta situación nos comprueba que nunca estamos del todo felices ni agradecidos, nos quejamos en vez de disfrutar de la familia, odiamos la educación virtual aún sabiendo que somos hipócritas hasta con nosotros porque algunos añorábamos sustituir una clase presencial por una virtual, pero sobre todo nos demuestra que somos seres cambiantes y estamos dispuestos a adaptarnos a cualquier situación, esto es una pequeña muestra de nuestra inmensa capacidad, tanto en estudiantes como docentes.

Puedo decir que me enorgullece pertenecer a esta generación que para aprender le tocó enfrentarse a nuevos retos, a pesar de las desigualdades que causa el estado. Hoy estamos más unidos que nunca, hemos despertado como humanidad, nuestros docentes y nosotros nos preocupamos por la salud mental de los compañeros, estamos dispuestos a aprender, pero también ayudar.

 

Por: Laura Valentina Quiquiba.

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