El insignificante amo y señor de la tierra

Fecha de Publicación
Abril 29 de 2020
http://www.imagenessincopyright.com/2014/07/hombre-deprimido-derrotado-o-con.html

Opinión.

 

Como aquella ave enjaulada condenada a un encierro de 20 x 30 cm, como aquel tigre apartado de su familia y expuesto a adiestramientos bárbaros con el fin de entretener a la especie humana, o como aquellas ballenas en California obligadas a nadar en círculos; hoy como ellos, somos prisioneros. Irónico, ¿no? La tierra da una voltereta y nos convierte a nosotros, los seres humanos, en cautivos, mientras la naturaleza recobra eso que siempre le perteneció, su libertad.

El dios, amo y señor de la tierra quien tanto presumía su poder, hoy está encerrado suplicando las necesidades básicas que un día ignoró, hoy su imperio se derrumba, hoy su egocentrismo se resume a la búsqueda inquietante de un techo donde protegerse de aquel monstruo invisible que poco a poco se lleva lo que creía suyo, hoy el hombre descubre su fragilidad, hoy las películas de enfermedades, virus y desastres no se ven tan lejanas, hoy esa ficción se convierte en realidad, hoy el hombre se aferra a un ser supremo, hoy sí se arrodilla, hoy clama piedad, el virus llegó para quedarse, a muchos les quitará la fe y a otros les devolverá la esperanza.

Como aquel hijo malcriado que no obedece a su mamá, hoy la madre tierra nos reclama, nos pone en jaque, y con el peor de los castigos nos obliga a reaccionar, de una bofetada aterriza nuestro egocentrismo, nos enseña el valor de compartir, nos enseña a no mirar por encima del hombro, a dejar de lado las diferencias, a tumbar fronteras, a vernos como iguales, a ser más humanos. Sin duda este es un acontecimiento histórico, hoy entre nosotros hablamos sobre la protección de nuestro entorno, sobre lo que debimos hacer y no hicimos, pero ¿Lo haremos?, o es simplemente un arrepentimiento momentáneo, una parte de mi quiere pensar que no es así, que al salir de esta crisis seremos mejores personas, un poco más empáticas y conscientes, sin embargo, hay un pensamiento revoloteando constantemente y me dice: nada será así. Una enfermedad no es suficiente sacudón para nosotros, porque somos egoístas, individualistas, porque amamos el poder, porque nuestra felicidad y bienestar la encasillamos en el dinero.

Quiero equivocarme, quiero pensar en la venida de un mundo donde el maltrato animal no existe, donde las industrias ayudan a la conservación del medio ambiente, donde nos miramos como iguales, donde nos tendemos la mano sin importar nuestras diferencias, donde la distancia entre ricos y pobres no existe, un mundo donde los gobiernos no son corruptos, donde la educación y la salud es lo más importante, donde el dinero no es nuestro punto de quiebre, un mundo donde amemos más y odiemos menos. Quiero pensar que todo esto es posible sin el temor de caer en la irrealidad.

 

Paula Andrea López Gutiérrez

Compartir