Del Carvajal al Asís, un camino sobre grietas
Nos dirigimos al interior del barrio Asís. Nuestras miradas reflejaban la incertidumbre del lugar desconocido. Lentamente las casas iban quedando atrás. Los vecinos curiosos ponían sus ojos sobre el grupo que invadía las calles del sector.
Cartografía social elaborada por:
- Yina Alexandra López Barrera
- Stefany Valentina Galvis Plata
- Yenny Alexandra Rojas Cárdenas
- Samuel Niño Torres
- Cristian David Bohórquez Rivera
El calor producido por el sol de la mañana se empezaba a sentir. Los pasos normales de 5 cuerpos se hacían cada vez más pesados en la subida. A pocas horas del mediodía se divisaba el paisaje urbano cargado de gente cumpliendo con sus labores. El tráfico no paraba ni un momento y el barrio estaba cada vez más cerca. Llegamos, pero no sabíamos cómo empezar ni qué calle tomar primero. Un giro hacia la derecha lo marcó todo. Nos dirigimos al interior del barrio Asís. Nuestras miradas reflejaban la incertidumbre del lugar desconocido. Lentamente las casas iban quedando atrás. Los vecinos curiosos ponían sus ojos sobre el grupo que invadía en ese momento las calles del sector. Caminos cargados de historia y el paso de los años reflejado.
Al recorrer los andenes nos encontramos con rostros que contaban historias sin pronunciar palabras. Nuestros pasos crujían por el camino que sostenía algunos huecos. Al otro lado del andén se escuchaba el rozar de una escoba con el pavimento. Oleadas de polvo viajaban en el aire. Mientras tanto en una de las casas reposaba un anciano. Él con su mirada firme reflejaba el paso de toda una vida. A simple vista, una persona llena de historias.
Jaime Niño, habitante del barrio Asís, junto a su esposa frente a su vivienda.
“Las calles están vuelta pedazos”, dijo Jaime Niño con una voz cansada. El piso estaba marcado por las grietas que hacían difícil el paso vehicular. Los carros a paso lento andaban como en un relieve de batallas cotidianas. Cada mirada era como un recordatorio de las promesas que nunca llegaron al barrio. Jaime con un suspiro lo mencionó, "se llevaron los recursos para otro lado".
Las palabras de Jaime nos revelaron una de las problemáticas del Asís Boyacense. Como grupo pudimos observar el deterioro y un descuido evidente en las calles de este sector.
–¿Y el alcalde ha venido por acá?, preguntó Yenny Rojas con un tono dulce mientras una motocicleta pasaba frente a la casa.
–El alcalde puaquí no se asoma, respondió él.
–¿No?
–Ni lo conozco. Finalizó.
Mientras la conversación seguía, el ruido impedía la atención. El metal de una pala chirriaba contra el asfalto seco y polvoriento. Montones de gravilla iban quedando acumulados en la esquina de la casa de al frente. De repente la voz masculina siguió hablando. Recordando años pasados el mismo señor nos empezó a contar sobre los inicios de esta comunidad. “El barrio fue fundado por el padre Mario Urrea. Él ya falleció”.
Placa en la parroquia nuestra señora de Guadalupe. Mario Urrea fundador del barrio.
Con la iniciativa de construir casas para las personas de escasos recursos, el sacerdote le compró el terreno a doña Carmen Rodríguez. En 1967 la escritura de adquisición fue a nombre de la Orden Tercera Franciscana de Tunja. Además, hubo varios aliados en este proceso. Dentro de su historia encontramos que “el Barrio Asís Boyacense, se constituye en ser pionero de los proyectos de vivienda de interés social en la ciudad de Tunja, aún mucho antes que el antiguo Instituto de Crédito Territorial, iniciara sus proyectos de vivienda para atender las necesidades de las comunidades pobres del municipio de Tunja, un proyecto de mucho más alcance y envergadura, porque es concebido y en la práctica adelantado con la participación activa de la propia comunidad y por tanto, precursor de los denominados planes de vivienda con autogestión comunitaria”. (Urrea, 2021).
Calle del barrio Asís. Se puede ver el deterioro en el pavimento, enfrenta carencias en infraestructura y mantenimiento público.
Los minutos transcurrían y el hambre ya se sentía. Seguimos andando hasta que nos vimos inmersos en ese lugar. El paisaje soleado se enmarcaba en los vidrios de algunas casas. Seguimos preguntando a los habitantes sobre eventos o prácticas culturales que se tuvieran allí. Las respuestas no eran alentadoras. Algunos transeúntes decían desconocer la parte cultural y sus palabras giraban en torno a lo mismo: inseguridad, basuras y calles en mal estado.
Sonaban las voces fuertes de los estudiantes en el descanso. Algunos jugaban fútbol. Los más pequeños corrían de un lado a otro, mientras que los demás preferían solo estar sentados en el suelo frío de la Institución Educativa Julius Sieber. En la calle 64, entre risas y preocupación, encontramos el colegio. Aunque tratamos de indagar en su interior las dimensiones tanto culturales, como sociales, nuestra solicitud no fue tenida en cuenta. Luego, retomamos nuestra caminata en búsqueda de respuestas y participación comunitaria. Andamos por calles nuevas y nos enfrentamos a caras desconocidas. Samuel Niño y Cristian Bohorquez buscaban información en negocios locales. Mientras tanto, Valentina Galviz junto con Yenny Rojas buscaban los lugares de residencia de los habitantes pertenecientes a la junta de acción comunal. Tratando de encontrar la estética de una catedral, nos topamos con la parroquia, con una fachada sencilla se mostraba este lugar. La transparencia de los cristales en sus puertas dejaba ver el interior de la iglesia. El templo estaba solo y silencioso –como un tenebroso cuarto frío –. Sin embargo, la presencia de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe daba evidencia de la devoción de la comunidad. Desde una perspectiva cultural, la religión se veía presente en muchas de las familias de allí.
El arte urbana mostrada en un mural del barrio Asís, representa una forma de comunicación comunitaria. Mural hecho por: Candela - @soy.ccandelaa.
El arte también se hizo visible. Con trazos cargados de color se enmarcaban figuras representativas en los murales del polideportivo. Estando ahí tuvimos la oportunidad de cruzar palabras con la celadora a cargo de aquella cancha. Ella nos contó sobre ciertas actividades deportivas que se llevaban a cabo en ese lugar. Al observar de manera subjetiva a la señora de seguridad, pudimos interpretar los relatos de los habitantes. Muchos mencionaron la inseguridad como problemática social. Cuando entramos a “La Esquina”, una tienda pequeña surtida de elementos básicos, las miradas de los que estaban ahí se posaron sobre nosotros. Sus rostros de duda e intriga se notaron al observarnos. Estaba la dueña, ella prefirió reservar su nombre. Frente la vitrina estaba ubicada una mesa donde reposaba Carlos Maldonado y otro vecino. Tenían botellas de cerveza que brillaban por el contacto con el sol.
Centro de Integración Ciudadana (CIC) del barrio Asís. Este espacio funciona como punto de encuentro para diferentes grupos deportivos, se practica: futbol. patinaje, voleibol,
Los cuerpos pesados de los dos hombres reposaban sobre las sillas Entre sorbos ellos se unieron a la conversación. Nuevamente mencionaron los huecos del concreto. Aunque los testimonios indicaban la indiferencia o el olvido hacia la comunidad, también sobresalían las sonrisas genuinas. Los niños jugando con sus bicicletas y corriendo libremente por la cuadra, daban una sensación distinta. Risas escandalosas opacaban los sonidos del transporte enfrentado el camino. Pasado el mediodía nuestra visita terminó. El viento soplaba más fuerte y el frío se sentía sutilmente a pesar de la intensidad del sol.
Luego de dos días regresamos al territorio. A diferencia de la primera visita, ahora todo era familiar. Podíamos ubicarnos con facilidad. En esa segunda visita todo fue distinto. ya no éramos extraños. Incluso los saludos llegaban primero y las historias fluían con confianza. Esta vez más que anotar respuestas escuchábamos con confianza las voces de cada señor. En una esquina cerca de un parquecito estaba un hombre de ruana y sombrero –como representando el nombre de su barrio– Vestido con un pantalón de lino y su abrigo de lana café oscuro, sus prendas reflejaban la identidad de la región. Más adelante encontramos un anciano con una similitud. Muy amablemente interrumpimos su camino.
Nuestras preguntas fueron orientadas hacia el salón comunal, pues queríamos ir hasta allá. Aquel hombre que guardó su identidad nos indicó la cuadra en la que quedaba este lugar. Cuando íbamos avanzando pasamos por el polideportivo. La algarabía de un grupo de chicas entrenando fútbol se hizo notable. Unas corrían tras el balón como si quisieran ganar una batalla. Otras movían su cuerpo preparándose para dar una patada que condujera la pelota al interior de la cancha. El entrenador daba pitidos con un silbato que resonaba por el eco del salón deportivo.
Iván Ronaldo chaparro profesor de fútbol femenino.
–¿Y qué día tienen los entrenamientos? Preguntamos mientras él observaba el lanzamiento de las deportistas.
–Los días martes, miércoles, jueves y sábado. Respondió él con un tono suave. Cada palabra pronunciada requería de una atención mayor, pues el sonido ambiente de aquel lugar opacaba su parlamento casi silencioso –como murmullos eran sus palabras–. Las voces de nosotros 5 se pasearon por aquel escenario. Con una comunicación participativa, logramos entrevistar a Iván Rolando Chaparro, instructor del grupo femenino de fútbol. Identificamos finalmente un fenómeno social y cultural muy importante.
La comunidad de Asís boyacense cuenta con espacios de recreación y deporte, gracias a proyectos educativos apoyados por una fundación. Aquí encontramos que la alcaldía permite estos espacios a través de la gestión de la junta de acción comunal. No es el único grupo de deporte. También se practica Voleibol, baloncesto y patinaje con diversos grupos y chicos incluso de otros barrios de Tunja. “Nosotros tenemos un proyecto educativo grande, manejamos proyectos sociales donde tenemos equipos de psicología y asesores donde las niñas estudian y a la vez practican deporte”. El partido de fútbol fue emocionante.
Las jugadoras corrían de un lado a otro entre risas, gritos y aplausos. Desde las gradas nosotros animamos con entusiasmo a la vez. Salimos luego de aquella cancha por la puerta grande que tenía el aspecto de una reja. Más adelante una modista del sector nos indicó que por ahí pasaba la primera dama en ese momento. Fuimos hasta ella y tuvimos una charla corta con la esposa del presidente de la junta. Lo que nos contó sirvió para nuestro próximo descubrimiento. Encontramos que en el Asís reposa una biblioteca. Aunque se notaba poco surtida, ha sido de provecho para la comunidad. En especial para la infancia quienes tienen encuentros de lectura durante la semana. Las instalaciones no eran del todo cómodas, pues su fachada hablaba nuevamente del descuido. Su entrada era un portón pequeño, pero con la ausencia notoria de algunos vidrios. La pintura seca y olvidada pedía remodelación.
Biblioteca comunitaria, hace parte de la cultura del barrio, pero no tiene la mejor infraestructura.
Finalmente seguimos avanzando ya con dirección a la avenida para abandonar el territorio. Así, con cada trazo sobre el papel descubrimos que Asís no es solo un barrio en el mapa de Tunja, sino un reflejo de las dinámicas de toda la ciudad; su crecimiento, sus contrastes, su vitalidad. Entendimos que los mapas no solo muestran territorios, también revelan vínculos. Y que conocer un lugar es, sobre todo, escuchar a quienes lo habitan.
Al final de la jornada, mientras el sol caía sobre los tejados y el viento traía el eco de las risas de los niños, guardamos los cuadernos, pero manteníamos presente la memoria que cada historia nos dejó. Entre risas, fotografías y anécdotas, descubrimos que el trabajo en equipo también es una forma de conocer el lugar.






