Coffee Bar The Fleas: el sabor que le dio vida al Pasaje de Vargas

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Coffee Bar The Fleas: el sabor que le dio vida al Pasaje de Vargas

En el corazón del Pasaje de Vargas, entre el alboroto del centro y el aroma a café recién hecho, se encuentra el Coffee Bar The Fleas, un pequeño local que se ha convertido en punto de encuentro para trabajadores, visitantes y curiosos.

“Siempre dicen que los hombres son los que llevan la batuta, y se siente bien demostrar que una mujer también puede mantener un negocio de estos.” — Lina Restrepo.

Por: Danna Camila López

En el Pasaje de Vargas, entre el alboroto del centro y el aroma a café recién hecho, se encuentra el Coffee Bar The Fleas, un pequeño local que se ha convertido en punto de encuentro para trabajadores, visitantes y curiosos. Detrás del mostrador está Lina Restrepo, una mujer que cambió los informes y las oficinas por tazas, risas y sueños. Hace tres años y medio decidió dejar su empleo como administradora de empresas para emprender su propio camino y levantar, con esfuerzo, uno de los negocios más queridos del pasaje.

Lina Restrepo, propietaria del Coffee Bar The Fleas, en el Pasaje de Vargas, donde lleva más de tres años al frente de su negocio.

Lina Restrepo, propietaria del Coffee Bar The Fleas, en el Pasaje de Vargas, donde lleva más de tres años al frente de su negocio.

Antes de llegar al pasaje, Lina había pasado varios años cumpliendo horarios e ilusiones ajenas. Aunque tenía un título en Administración de Empresas y una especialización en Recursos Humanos, sentía que su trabajo no la llenaba. “Exigían mucho y pagaban poco. Un día decidí dejarlo todo y emprender”, recuerda con la alegría de quien tomó la mejor decisión de su vida.

Fue un amigo quien le habló de un local disponible en el Pasaje de Vargas. Lina conoció a los dueños, se arriesgó y firmó el arriendo. Al principio fue duro: más de treinta cafeterías competían por los mismos clientes. Pero su constancia y el sabor de su café marcaron la diferencia. “Después de unos meses, la gente empezó a fidelizarse. Les gustaba el café, las aguas aromáticas, los jugos naturales y el buen trato”, cuenta con orgullo.

Cuando llegó, el Pasaje de Vargas no era un lugar tan seguro y concurrido como lo es actualmente. “Había problemas con personas consumidoras, era difícil trabajar así”, recuerda. Pero los comerciantes se organizaron y lograron contratar seguridad privada. Con el tiempo, el ambiente cambió: hoy los pasillos del pasaje reciben turistas, empleados públicos y jóvenes que buscan un descanso en medio de la rutina.

El Coffee Bar The Fleas funciona como cafetería durante el día y bar en las noches. Lina ha aprendido a adaptarse y moverse según los clientes y sus gustos: “Uno va conociendo los gustos y las necesidades del cliente, entonces uno se va adaptando a lo que el cliente quiere”.

Aunque la economía no siempre ayuda, su estrategia es simple: bajar precios, mantener la calidad y cuidar al cliente. “A veces ganamos menos, pero un mes compensa con el otro”, dice Lina, mientras acomoda una bandeja de empanadas recién salidas del horno.

Entrada principal del Coffee Bar The Fleas, negocio que Lina Restrepo administra desde hace tres años y medio.

Fachada del Coffee Bar The Fleas, ubicado en el Pasaje de Vargas, donde Lina Restrepo ha mantenido en pie su negocio desde hace más de tres años.

En su local trabajan principalmente mujeres. “Siempre dicen que los hombres son los que llevan la batuta, y se siente bien demostrar que una mujer también puede mantener un negocio de estos, y más cuando es un negocio de licor”, dice orgullosa. Para Lina, su negocio no solo es un medio de vida: es un símbolo de independencia y poder femenino dentro del pasaje.

Para Camila Bravo, clienta habitual desde hace tres años, el lugar tiene algo especial. “Es un espacio muy acogedor; tanto ella como sus empleadas son muy amables con toda su clientela. Es muy buena persona, nunca ha sido grosera y, cuando son temporadas bajas económicamente, ella baja los precios y nunca es usurera”, cuenta.

Tiempo después, Lina optó por vender el local en busca de nuevas oportunidades. Aunque intentó establecer una oficina en la Plaza Real, su aprecio por su negocio y su clientela la llevó a regresar. “Volvió hace aproximadamente un mes debido a un problema con la persona que adquirió el local y porque ya le había tomado cariño al lugar”, relata Camila.

Camila también recuerda que cuando Lina dejó el local por un tiempo, los clientes se marcharon. “Ella se fue del pasaje, y con ello los clientes; pero volvió y volvimos todos”. Su testimonio confirma lo que muchos en el pasaje ya saben: The Fleas no es solo un café, sino una parte esencial de la identidad del lugar.

Lina tiene claro su próximo objetivo: sueña con modificar todo el diseño de su local, cambiar las mesas y sillas, abrir una zona de karaoke en el tercer piso y una licorera en el primero. “Esa es mi visión”, dice convencida de que su negocio puede seguir creciendo, como lo ha hecho desde que llegó al Pasaje de Vargas.

En el Pasaje de Vargas hay una gran cantidad de negocios, pero pocos poseen tanto corazón e historia como el de Lina Restrepo. Rodeada de sueños y risas de sus clientas, ella nos enseña que el esfuerzo puede ser tan dulce y compartido como una excelente taza de café.

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