Jóvenes en la mira: construir nuevas realidades desde la participación social ¡qué dilema en Colombia!
La exclusión a la población juvenil en Colombia por parte de una sociedad adultocentrista ha generado en sí misma que la fuerza y la movilización colectiva sean mecanismos de participación social.
Por: Valentina Fiallo Martínez
Fotos por: Viviana Garzón
BOGOTÁ, Colombia — Históricamente los jóvenes en Colombia y el mundo se han visto estigmatizados como los y las causantes de diversos conflictos sociales y culturales, poniendo en tensión las nociones de la sociedad adulta establecidas dentro de “lo normal” siendo este último, uno de los factores que en palabras de la antropóloga argentina Mariana Chaves “los condena a ser enemigos internos de la sociedad”.
Desde siempre, los jóvenes se han distinguido por su irreverencia, por su cuestionamiento de las formas de sociedad adulta y sobre todo por su necesidad de promover el cambio mediante propuestas y estrategias innovadoras, que den cabida a nuevas formas de pensamiento, de ser, de sentir y de convivir en el mundo. He aquí la principal razón por la que el imaginario social se consolida en la idea del joven violento, rebelde y peligroso.
"Los jóvenes al tener el plus de la creatividad siempre quieren cambiar lo tradicional y generar transformaciones dentro de su entorno” dijo Laura Cortes, miembro del colectivo Jaime Garzón en la Conferencia: Jóvenes y Movilización Social en Colombia. “Sin embargo, las sociedades somos tan resistentes al cambio que es preferible rechazar lo que nos dicen los jóvenes que escucharlo. Por eso se crea el estereotipo de que el joven es una amenaza”.
Es justamente en la división de poderes y en la relación de superioridad e inferioridad entre distintos grupos sociales e individuos, que surge la discriminación, comportamiento que propicia la desigualdad, la fragmentación social y la invisibilización de los jóvenes, quienes desde el concepto de los adultos son considerados “poco aptos”.
"Desde el paradigma adulto-céntrico el joven está en mora, le falta todavía madurar para poder participar dentro de la sociedad” dijo Oscar Jaramillo, Doctor en Ciencias Sociales Niñez y Juventud en su ponencia: Movilización de las y los jóvenes en Colombia.
En la actualidad, existe un imaginario en el que las sociedades adultas se han olvidado de que las culturas juveniles a diferencia de como ellos las consideran “vagos que no hacen nada” son un gran cuerpo social que desde los últimos años han estado encarnando procesos de transformación social, asumiendo responsabilidades e influyendo de manera significativa en el presente y en el futuro del progreso de la comunidad colombiana.
Los "vagos" que hacemos un acto cultural, que hacemos una olla comunitaria en un barrio y que trabajamos para liberar los parques de las drogas, la inseguridad y la violencia, después de esa integración con los cuchos dentro de su sociedad conservadora, ya no somos los marihuaneros que estamos echando a perder nuestra vida” dijo Andrés Triana, un antropólogo de 30 años que ha dedicado su trayectoria profesional a transformar su sociedad a través del hip hop.
Mediante esa dinámica de vida humana en la que se excluye a los jóvenes, solo por el hecho de vestir diferente, de pensar de una manera crítica, de ser abierto en sus preferencias sexuales, de no creer en una Iglesia o un Dios, entre tantas causas por las que la juventud colombiana es fuertemente discriminada; surge la participación social como un mecanismo regulador y más que regulador, transformador de mentalidades adultas en cuanto a las forma de estudiar y ver la juventud.
"Esos chinos están haciendo algo que yo nunca fui capaz de hacer por el barrio” es una de las frases dichas por una de sus vecinas que retumba en la memoria de Andrés Triana, quien sirviendo a su comunidad junto con otros jóvenes del sector, lograron recuperar sus parques y demostrar que tejer relaciones sociales en torno al trabajo comunitario con aquellos que en innumerables oportunidades los tildaron de vándalos y delincuentes, contribuye a transformar la mirada con la que los adultos los perciben dentro de su entorno.
Reconociendo que la comunicación intergeneracional y el compartir espacios culturales no solo permite la convergencia entre las visiones de mundo tanto de jóvenes como de adultos sino que, también aporta a la transformación de los imaginarios sociales que los estigmatiza y excluye de la sociedad ¿podría afirmarse que el diálogo es uno de los mecanismos fundamentales para seguir impulsando este proceso de cambio en cuanto a la percepción que se tiene sobre las juventudes?
Para resolver esta inquietud que presenta gran relevancia dentro de la investigación que se está desarrollando, se acude al Doctor en Ciencias Sociales Niñez y Juventud, Oscar Jaramillo quien dice: “No necesitamos hablar por los jóvenes porque ellos tienen su voz que es bastante clara y contundente. Lo que realmente necesitamos es permitir que los jóvenes entren con fuerza en el diálogo para ir rompiendo ese paradigma adulto-céntrico que los aborda desde una mirada criminal y discriminatoria”.
Al igual que Jaramillo, Laura Cortés quien hace parte del Colectivo Jaime Garzón, considera que el diálogo así como la apertura de espacios pedagógicos, son fundamentales para generar un cambio en la visión distorsionada que tienen los adultos sobre los jóvenes, para crear confianza en sus apuestas y sobre todo para que reconozcan que su valor y labor como individuos dentro de la sociedad puede traer grandes beneficios para todos: “Buscamos que entiendan que estamos luchando no solo para las y los jóvenes sino que nuestra intención con los cambios que logremos es contribuir a que mejoren las condiciones de vida de todos los colombianos”.
Asumiendo que la de Cortés se lleve a la ImaginAcción, término que supone traer del plano imaginario una idea y materializarla, es posible que sus impactos sobre la sociedad terminen dando origen a nuevos imaginarios, significaciones y sentidos que enriquezcan sus prácticas y aún más, les permitan establecer relaciones sociales que configuren su cultura a partir de la producción de nuevas creaciones y propuestas fundamentadas en la pluralidad, la multiplicidad y la diversidad de los jóvenes en Colombia.
Es así como se determina que el entendimiento intergeneracional entre adultos y jóvenes, fuera de contribuir a la construcción de políticas sociales y políticas públicas también, ha logrado crear conexiones y conectivizaciones con otros sectores sociales que les permitan seguir tejiendo caminos hacia la transformación social.
"Ese buen entendimiento entre los adultos y nosotros se logra a través del trabajo comunitario, de la acción social que es lo que nos encuentra con ellos, porque finalmente son las mismas problemáticas que nos aquejan a todos y nos llevan a dialogar, a construir una forma diferente de ver la comunidad joven y no por sus tatuajes o su apariencia sino por su manera de interesarse por el bienestar social” dijo Andrés Triana, antropólogo y joven rapero que a través del arte y la concientización, busca promover espacios en los que los jóvenes puedan expresarse y contribuir al cambio del país sin ser tachados como vándalos o revolucionarios.
A raíz de todos estos testimonios es posible considerar que el diálogo, el respeto por la diferencia y la inclusión de los jóvenes en el país, acarrearía grandes beneficios para el crecimiento, desarrollo y transformación de este, a pesar de ello, si tan buena oportunidad resulta involucrar y trabajar con los jóvenes en la búsqueda de soluciones a problemáticas que afectan al país ¿por qué aún se les sigue juzgando, excluyendo y limitando su participación dentro de la sociedad?