Cuando el Amor Perece

Fecha de Publicación
Enero 22 de 2018
Categorías:
Comunicación Social
Etiquetas:
Perfiles
Cuando el Amor Perece

Cómo estás…? Qué has hecho…? Me has pensado…? Tal como si estuviésemos juntos es tanta la alegría que siento y la confianza que me inspira el poder escribirte y desearte éxitos y felicidad en cada instante de tu vida.

“Es al separarse cuando se siente y se comprende la fuerza con que se ama.” Fiodor Dostoievski

Tunja Noviembre 17/74

Recordada Esperanza

Cómo estás…? Qué has hecho…? Me has pensado…? Tal como si estuviésemos juntos es tanta la alegría que siento y la confianza que me inspira el poder escribirte y desearte éxitos y felicidad en cada instante de tu vida.

Estas palabras cariñosas que durante muchos meses anhelé decirte, pero quizá por tu culpa estaba marginado llevando conmigo la amargura en el silencio, pero este silencio hoy ha desaparecido. Todo es diferente, mis ilusiones marchitas han vuelto a revivir. En una palabra, me siento feliz, sé que he encontrado el ser que amo y por supuesto tú también me amas; verdad mi amor? Creo que sí, ahora nuestras vidas giran alrededor de un mundo inmenso e infinito que llamamos amor.

Esperanza de mi vida, si supieras cuánto te pienso y cuánto deseo estar contigo; quisiera que en cada momento que pasa tus palabras y tu sonrisa estuvieran presentes; pero algún día todo esto será una realidad y seremos el uno para el otro, por ahora lo único que sé es que te quiero, de eso puedes estar segura y por tanto te pido que también correspondas a este gran amor que llevo muy dentro del corazón.

Te cuento que he estado preocupado por saber cómo están las cosas por allá, supongo que bien, al menos eso es lo que deseo; de todos modos esperaré impaciente que me escribas y me cuentes muchas cositas de ti; si deseas verme, si le has rezado a las almas etc.

Espero verte pronto, recibe un fuerte abrazo y un cálido beso de quien tanto te piensa.

amor-2

Gustavo  

GECA son las iniciales con las que se identificaba esta pareja de jóvenes enamorados, Gustavo Castañeda y Esperanza Aguirre. Recuerdos GECA es el nombre del álbum que contiene más de 100 cartas de amor junto con telegramas enviados por Gustavo desde la distancia, comenzando en su época como estudiante universitario hasta el tiempo en que pudo ejercer su profesión.

“Gustavo era vecino de mi casa, vivía en frente, yo donde mi abuela. Me conoció desde pequeña, tenía 7 años y él 14. Él peleaba mucho conmigo, me decía que a dónde iba, que si ya me iba para la calle, y yo le respondía feo porque me parecía un metido. Cuando yo tenía 12 años se utilizaban unos pantaloncitos calientes que ahora se les dicen short, él era primo hermano de mi mamá y le decía que no me dejara salir así de deshonesta, que no sé qué, que si se cuándo, uy yo lo detestaba porque era tan metido”- recuerda Esperanza.

Esta mujer es impecable, toda su casa permanece en orden. Conserva los recuerdos de su amor como reliquias que enseña a sus familiares. En un viejo álbum de fotos aparece ella junto a él compartiendo diferentes momentos; en el parque, con la familia, en la piscina, en el río. Bailan, sonríen, se abrazan. Hay fotos con Gruñona, la muñeca que él le regaló, una bebé de juguete que ella aún cuelga en su habitación; se le quita el cupón y comienza a llorar con desespero. También guarda documentos de Gustavo, varios certificados, su diploma universitario de ingeniero en metalurgia e incluso algunas calificaciones.

“Cuando empezamos a crecer, mi papá y mi mamá le tenían mucha confianza a él, era como si fuera el hermano mayor. Nos dejaban salir pero tenía que ser con Gustavo y en compañía de mis demás hermanas, a bailar o a donde fuéramos”-relata Esperanza.

El noviazgo

“En el colegio a los 15 años me hice novia de un chino por la insistencia de mi hermana mayor Nubia y de Marcila, una de las hermanas de Gustavo. Ellas querían que ese muchacho les gastara las onces y arreglaban que nos viéramos para ayudarle a él conmigo, pero a mí él no me gustaba. Ellas me llevaban a pellizcos y yo terminaba aceptando. Cuando Gustavo se dio cuenta del noviazgo se le juntó el cielo con la tierra, que estaba esperando que yo creciera más, que fuera más señorita y resulté con novio. Me preguntaba que si estaba con Eli, yo le contestaba que cuál Eli y me decía que con el hijuepu”- ella sonríe- “Se llamaba José Enrique Vargas, tenía 17 años y se iba a estudiar a la General Sntander en Bogotá, le decían Chepe, era un buen muchacho también. Gustavo le decía que tuviera cuidado porque donde se enterara mi mamá se armaba la grande. Cuando salíamos a jugar baloncesto con ese novio, Gustavo jugaba conmigo que para no levantar sospechas del noviazgo, pero era porque no nos quería ver juntos. Procuraba que nunca estuviéramos solos con José y a mí me preguntaba si de verdad lo quería. Con Chepe duramos casi un año, se encontraba lejos, pero yo quería a Gustavo y no lo sabía todavía. Me comencé a dar cuenta de la atracción porque cuando llegaba a Gragoa de sus estudios en Tunja  me ponía muy feliz”- continúa Esperanza –“A Chepe le dijeron que yo andaba cogida de la mano con Gustavo porque nos miraban cuando él me la daba, pero era sólo al caminar y en los ratos que el asma me asfixiaba, en las subidas por caminos generalmente. Le dije a Gustavo que no me volviera a dar la mano porque Chepe se ponía bravo, lloraba y a mí me daba pesar. Esa vez disgustamos, Gustavo se enojó, ahí me di cuenta que me dolió. A los días decidí terminar el noviazgo con José; él ya hacía planes de casarse conmigo”- recuerda Esperanza aterrada.

“Un día Gustavo me dijo que me quería mucho, que le gustaba, yo tenía 16, le decía que no porque éramos primos, pero él insistía y me decía que no había problema, que si era necesario se hablaba con el obispo. Ya sentía que lo amaba, el 10 de noviembre del 74 nos hicimos novios. Me decía que no quería hipocresía, que debíamos conocernos. Él quería algo enserio conmigo, formar una familia. Era una persona muy respetuosa, me decía cómo era la vida porque era muy pequeña todavía, en ese entonces a nosotros no nos hablaban de sexualidad, de cuidados, nada de eso y él, aunque no lo hacía abiertamente, nos explicaba que los hombres eran muy aprovechados con las mujeres”- Esperanza menciona que en esos años el tema de la sexualidad se enseñaba en la clase de Comportamiento y Salud, cuando ella tenía 19 años. Al colegio se ingresaba de ocho años a primero de primaria y el diploma de bachiller se obtenía hacía los 21 años de edad.

“Él fue muy respetuoso, nosotros nunca estábamos solos en algún lugar, íbamos a las fiestas con mis hermanos al igual que a los paseos. Cuando salíamos a caminar al alto de Santa Bárbara, Gustavo llevaba a sus sobrinas. Con los años y la vida fui entendiendo por qué él hacía esas cosas, siempre yo era ingenua por no decir que ignorante frente a esos asuntos”- continúa Esperanza –“Los vecinos le decían no sé qué más cosas y él les respondía que no iba a ensuciar el agua que se habría de beber, cuando le preguntaba por qué les decía eso, él me sobaba los oídos y me pedía que no pusiera cuidado.”   

Esperanza pasa las fotos con nostalgia, sus ojos verdes se llenan de lágrimas en intenta componerse con rapidez. En las imágenes se ve el trascurrir de la década que duraron como pareja con Gustavo. Él era de piel trigueña, con unos 65 kilos de peso y 1.69 de estatura, pelo negro que peinaba de lado, vestía pantalones de campana con camisas  manga larga. Al lado casi siempre está Esperanza, de pelo negro y crespo esponjado, piel blanca. Ella con 60 kilos de peso y 1.67 de estatura se ve muy a la par de su enamorado, quien según me explica, era muy delgado porque pasaba hambre en su tiempo de estudiante upetecista.

“Todavía recuerdo la primera canción que me dedicó: ‘Tiempo para amar’ de Claudia de Colombia. Yo le regalé un disco de rancheras de Julio Iglesias. ‘El reloj’ de Los pasteles verdes, es otra canción que recuerdo que me dedicó”- menciona Esperanza.

Tunja. Junio 21-75

Esperanza, primero que todo te deseo que estas vacaciones transcurran sin el menor contratiempo, que disfrutes y descanses para que luego el regreso al colegio sea de muchos éxitos; tú sabes que siempre deseo para ti lo mejor, comparto triunfos, alegrías y tristezas, tu felicidad es mi felicidad, todo cuanto tú hagas por tu bien y por el mío son cosas que nunca olvidaré, siempre las llevaré unidas a mi vida, esta vida que llevo dedicada a ti y que sólo tú me das la alegría de vivirla; de la misma manera lo poco que puedo hacer por ti tampoco lo vayas a olvidar, ten presente que siempre estaré contigo, o mejor, tú estarás conmigo para siempre.

“Mi vida”…Qué lindo es estar a tu lado, tomarte de la mano, acariciar tu cabello, tu cara, mirarme en tus ojos, decirte cosas, pedirte acompañarme un ratito más, no me olvides, mi amor ya tengo que viajar, sentir tu cuerpo entre mis brazos. Esta realidad vivida en determinados momentos tiende a desaparecer, a convertirse en nada, es entonces cuando me pongo triste. Quisiera escapar, quisiera morirme entre tus brazos, pero lo único que hago es pensar. Este amor que en el fondo del corazón ha creado raíces tan profundas que sólo la no existencia podría borrar; mas sin embargo, si en un tiempo futuro nuestros corazones tuviesen que decirse adiós, no me culpes por nada, únicamente recuérdame, porque estos momentos siempre estarán en tu vida sea cual sea tu destino.

Amor, te agradezco la carta que me enviaste, en realidad tienes poco para decirme; pero lo importante es cumplir, no importa lo que diga el corazón. Créeme que nunca volveré a decirte que no me quieres. Esperanza, sabes qué es lo que pasa, por qué te digo así? Por lo siguiente: que tú hayas hecho muchas cosas por mí es cierto, yo lo reconozco y a eso se debe en mayor parte mi cariño por ti, pero cuando disgustamos tú obras no sé cómo de tal manera que dejas mis ilusiones muertas. Hablaremos personalmente sobre esto. También dices que te quiera como tú a mí, de acuerdo, te voy a querer así.

Te cuento que hemos tenido pocas clases, el jueves pasado hubo una manifestación y como resultado de esta un muchacho quedó gravísimo de un balazo y otros cuantos heridos y presos. Todos estos días Tunja está llena de ejército y policía. Yo estoy muy juicioso, siempre añorándote.

Cariño, no pienses que estoy disgustado por todo lo que te digo, es únicamente cuestión de nervios. Amor, haz de tu vida y tu corazón un cielo grande adornado con rosas rojas; porque el rojo es amor y esto es todo lo que puedo darte.

Gustavo GECA

Familia

En familia   

“Como hermanos nos criamos todos juntos, Gustavo era el cuarto. Después tuve que salir de la casa y él se quedó en el hogar a los 12 años”- narra Hilda Castañeda, una de las hermanas mayores de Gustavo –“Era un joven muy responsable, muy estudioso, este año cumpliría 66. Hay que ver cómo le tocaba a mi hermano en la universidad; vivía en una pieza, con necesidades, solo, y sacó su carrera sin que nadie lo vigilara, sin que alguien le dijera que se levantara, que lavara su ropa, que hiciera el desayuno. Económicamente él era muy regular, mi papá vivía de la finca y uno en el campo no conoce de las necesidades en la ciudad, creo que era muy poco lo que le mandaba. Gustavo fue el único varón universitario en la familia. Quería llegar lejos, progresar, las dificultades fueron su motivación para continuar porque él quería ser alguien y salir de donde estaba. Muchos jóvenes lo tienen todo y no avanzan por eso mismo”- comenta Hilda –“Él ayudaba a sus sobrinas, quería sacar adelante a su familia, cuando trabajaba les enviaba dinero para zapatos o lo que necesitaran, no era envidioso, le gustaba compartir. Era muy amiguero, lo querían mucho, teníamos un tío que lo adoraba por lo colaborador y atento, saludaba a todos incluso después de haber ido a la universidad. En vacaciones le ayudaba a mi papá a bañar el ganado, era un hombre trabajador”- agrega la señora.

Fragmento final de una de las cartas de Gustavo:

 Marinilla septiembre 3 de 1980

Mi amor, quiero que me cuentes algo de Amparito y de Sandrita, y de la mirla, si canta o no. Quiero que me saludes a todos los que me pregunten, diles que yo estoy bien, trabajando como siempre y recordándolos como nunca. Saludos a Clemencia, a Alirio, Ana Ofelia, tía Carmela, Concha, Carmelita, doña Uva, la comadre Ernes, los chititos, a Carlos, a Nubia, Trinito, Zoilito, Ermelindo, Hilda, Pacho, al pollo currutaco (Magda), Adriana, Elviro, Jhon Fredy, “tío Belisario el propio”, bueno etc.

Bueno china fea, me despido extrañándote y deseando verte pronto.

Gustavo

“Mi tía desde niños nos habló de su amor fallecido, de ese hombre que la había respetado y le había enseñado sobre la vida cosas que hoy por hoy nos enseña ella a nosotros. Cómo se debe llevar un noviazgo correcto y cómo el respeto y la dedicación es fundamental para lograr un cariño adecuado. Es impactante ver cuando los designios de mi Dios pueden ser tan dolorosos para algunas personas, y más para mi tía que siempre nos ha tendido la mano como una segunda mamá que vela por una extensa famila de sobrinos a los que mira como los hijos que no tuvo”- comenta Andrés Aguirre, sobrino de Esperanza –“Pienso que aún lo ama donde quiera que esté y que el saber que tuvo a un hombre tan bueno a su lado le recuerda lo mucho que vale como persona y como mujer. Todos querríamos ser con nuestras parejas como lo fue Gustavo con ella… salvo por lo celoso que cuentan que era. En la casa lo miramos como un tío que no pudimos conocer, un tío que vela por ella y la protege desde el más allá. También era con lo que nos asustaban cuando no queríamos irnos a la cama por la noche”- concluye sonriente.

El adiós

Esperanza duró 10 años de novia con Gustavo cuando decidieron casarse. Ya tenían las argollas de matrimonio y también el lote donde construirían su casa. Siendo ella la persona en quien más confiaba, Gustavo le hacía giros desde los diferentes lugares donde era enviado a trabajar. Le daba indicaciones de cómo administrar el dinero y con quienes debía repartirlo. Se casarían en diciembre del 84.

“Ya había mandado a hacer mi vestido y la cama nupcial, nos íbamos a casar en Tunja en la Iglesia de Santa Bárbara. Recuerdo que por ser primos segundos debíamos pagar una despensa para obtener el permiso de la Iglesia y quedamos en hacernos exámenes médicos para evitar contratiempos con los hijos, por eso de la genética”- explica Esperanza.

Puerto Bolívar agosto 22/84

China fea, espero que al recibir la presente me recuerdes y me pienses como siempre lo has hecho, y al igual que yo sientas alegría al saber que estás correspondida, que tienes una persona que te extraña, te quiere y siente la necesidad de estar a tu lado, no importa que estemos lejos y que haya momentos en que la nostalgia nos embargue, pero tenemos la “esperanza” de que somos uno solo el uno para el otro, que buscamos siempre la felicidad alimentando nuestros corazones con mucho amor.

Sabes una cosa amor, desde que hemos decidido casarnos no hago otra cosa que pensar en los dos, me desvelo porque me acuesto con la cabeza llena de ilusiones, nuestro futuro, nuestro amor, el estar juntos, el poder decir que eres mía, todo esto es maravilloso, quiero que suceda en la mayor brevedad de tiempo.

Mi chinita fea, espero poder llamarte el 7 de septiembre durante el día, claro que si no te puedo llamar es porque no pude viajar a Uribia o por mala comunicación ya que es difícil, de todos modos te estaré recordando todo el día, al igual que los otros días, pero este será un día muy especial. Creo que para el día del amor y la amistad sí estaré contigo para que me abraces, me beses y me mimes como un niño chiquitico.

De mí te cuento que estoy como siempre, gordo, negro, quemado, canoso, viejo, feo, así como tú dices “como un indio”.

Mi amor, espero que estés juiciosa y me quieras mucho, lo único que te ofrezco desde acá es amor, mil besos y abrazos, como siempre lo he hecho. Chao mi amor, recuerda quién te decía: ¿Mi amor cómo estás, me has pensado como yo a ti? etc. No lo olvides.

Gustavo

“A mí no me gustaba que lo enviaran tan lejos y menos en esa zona donde la gente no quería a los del interior. Le decía que por qué lo tenían que enviar otra vez  al cerrejón, que por qué no enviaban a alguien más si era la tercera vez que él iba. Me decía que ya era la última vez”- dice Esperanza con expresión de enojo –“Le conté por teléfono sobre un sueño que había tenido en donde estaba vestida de novia y había un cubrelecho con una serpiente, yo lo esperaba para casarme pero él nunca llegaba. Estaba muy impresionada con ese sueño”- Agrega Esperanza.

Puerto Bolivar, Octubre 22/84

Mi amor, como siempre lo único que deseo es que te encuentres bien y me recuerdes con cariño, por mi parte tú sabes que siempre estoy juicioso esperando con ansias que pase el tiempo para volver a verte.

Respecto a los papeles como tú dices, todo está bien, lo del curso prematrimonial es lo único que veo difícil porque yo probablemente vaya hasta el 23 de diciembre, entonces tendríamos que convencer a algún cura para que nos de este certificado, de todos modos procura que todo lo demás quede al día. China fea, aquí el trabajo y todo igual, lo de tus sueños son preocupaciones bobas, recuerda que es malo creer en agüeros; además creo que todos tenemos sueños sabrosos, buenos y malos. Lo de la cama después me mandas contar cómo van los trabajos. Mi amor me demoré un poco en escribirte esperando tu carta, que por cierto, haciendo un poquito de esfuerzo, cómo se ven las cosas de bien cierto? Buena letra y sin tachones. Esperaré impaciente tu próxima carta. Quien te quiere y te extraña mucho.

Gustavo

Amor-1

 

5 ingenieros perecieron en un accidente

RIOACHA, 6 (Por Olivia Mendoza)- 5 ingenieros murieron hoy al accidentarse el vehículo en que se movilizaban a tiempo que la policía informó que encontró los  cadáveres de otras seis personas, baleados dentro de una camioneta.

Los dos casos ocurrieron separadamente y en sitios distantes, pero su divulgación simultánea esta tarde causó conmoción en el departamento.

Los cinco ingenieros, al parecer todos del interior del país, perecieron en el kilómetro 135 de la carretera que de Uribia conduce a Puerto Bolívar al accidentarse el vehículo en que viajaban.

Las víctimas fueron identificadas como Edison Santana Galledo, Darío Pérez Pérez, Celedonio Ojeda, Gustavo Castañeda (conductor del vehículo) y Javier Luna Guerrero.

También resultaron heridos en el percance los ingenieros Edgar Hernández López y Luis Carlos Vieira.

Los siete profesionales, empleados de la firma Tecnocontrol, viajaban en el mismo vehículo, pero las fragmentarias informaciones obtenidas por las autoridades no indicaron de inmediato detalles del accidente. 

Gustavo murió el domingo cuatro de noviembre del 84, el viernes anterior fue la última  vez que habló con Esperanza para recordarle que se avecinaba el día del que no se separarían jamás.

“De verdad que uno dice que no quisiera recordar. En ese entonces vivíamos en El Consuelo acá en Tunja”- cuenta Hilda, hermana de Gustavo –“En ese tiempo nada de celulares, sólo existía el teléfono, serían como las tres de la mañana cuando empezó a sonar el teléfono; mi esposo bajó a contestar y yo ya presentía algo malo, cuando sube y me dice que Gustavo había tenido un accidente y murió. Yo lloraba como loca, ya pensaba cómo se lo diría a mi mamá que estaba en Garagoa y sin teléfono. Me comuniqué con un amigo, Guillermo Salas, hacia las cinco de la mañana. Él no quiso ir a donde mi mamá y se fue para donde mi hermano Reinaldo y allá fue lo mismo, imagine la sorpresa. Mi hermano tampoco sabía cómo decirle a mis papás pero el caso fue que les terminó dando la noticia. Sé que ahí mismo arrancaron para Bogotá Reinaldo y Gonzalo,  que es otro hermano. Después alguien me diría que a él le habían dado día libre desde el sábado anterior a su muerte junto con su cuadrilla de ingenieros. Él se fue para Maicao, de regreso fue cuando sucedió todo”- continúa Hilda- “Según versiones, eso que dicen de que echaron el carro a botes y que no sé qué… quedó un ingeniero vivo y ¿quién pudo hablar con él para que hubiera comentado? Se deduce fue que los asaltaron y los mataron porque Gustavo traía un tiro en la frente y el rostro con moretones, entonces se cree que los asaltaron y los fueron matando uno por uno, y Gustavo como venía manejando el carro creería yo que fue el primero. Pero entre todos logró salvarse uno y dicen que quedó muy mal de haber visto lo que sucedió, quedó traumado, y después para disimular -porque no le convenía a la empresa pagar-  echaron el carro a botes para decir que había sido un accidente”-cuenta Hilda.

“A mí primeramente no me dijeron que él había muerto, me dijeron que había sufrido un accidente en unas turbinas”- relata Esperanza –“Yo les decía que no me dijeran eso, que si se había ido a una turbina fijo había muerto. Mi tía Amparo, que era la mamá de Gustavo, me decía que parecía que había quedado muy mal, que era mejor que muriera; yo le decía que no, que no dijera eso, que así fuera inválido yo lo quería y lo iba a cuidar pero que lo quería vivo. Le decía a Dios que no me podía hacer eso, yo era una niña buena y le comencé a reclamar. La familia no me quería decir la verdad. Estábamos en Garagoa, me fui al Club del Educador donde había un teléfono para enterarme bien de lo que había pasado. Llamé al tío Emilio, donde vivía Gustavo en Bogotá, y me dijo que ya suponía que me habían mentido pero que él sí me iba a decir la verdad, que ya habían ido los hermanos de Gustavo a recogerlo al aeropuerto porque él venía era muerto en un cajón. Empecé a gritar, me senté en una silla con  pañuelo en mano y no paraba de llorar y gritar. Cuando logré calmarme un poco me fui con Ernestina, una cuñada de Gustavo, y le pedí que corriéramos porque sólo quería llorar en mi casa. Cuando llegué agarré una toalla y me fui para el solar de mi abuela a gritar y llorar desconsolada.”

“¿Qué opina del accidente de Gustavo?”- le pregunto a Esperanza -“No creo que él viniera manejando porque yo conocía al conductor que ellos tenían”- responde –“Creo que la empresa dijo eso por lo que Gustavo era el más antiguo y por decirlo el más costoso. Nunca vimos el carro, ni le tomaron fotos ni nada. Yo estaba devastada pero recuerdo haberles dicho a los de la comitiva de técnicos e ingenieros de la empresa que de haber sido la esposa yo no dejaba eso así. Luego me enteré por un vecino que habló con el sobreviviente en una tomata, que efectivamente los habían emboscado y asesinado, y él se había salvado porque se hizo el muerto. Sé que ese hombre quedó muy mal por haber presenciado lo sucedido. Él habrá tenido sus razones para no hablar en su momento”- comenta Esperanza.

El duelo    

“Comencé a comer descontrolada, entré en una depresión que me duró más de dos años. Tomaba todas las noches en mi habitación hasta que conseguía alucinar, mirarlo. No quería salir, me daba pena que las personas me miraran y por eso caminaba hacia las afueras del pueblo para evitar encontrarme con sus amigos, con su familia o con cualquier persona que me lo recordara. El doctor me remitió al psiquiatra pero no fui. Rezaba y pedía no despertar a la mañana siguiente, no quería vivir más. Creía que todos se burlaban de mí, ni al trabajo quería volver”-detalla Esperanza

“La depresión por la pérdida de un ser querido es algo de mucho cuidado. La persona afectada puede experimentar sensación de culpa y fuertes cambios tanto emocionales como físicos”- explica el psicólogo Ricardo García –“La ansiedad se convierte en la causante de un sin número de consecuencias para quien la vive. La persona suele ser remitida al sicólogo quien generalmente la envía al psiquiatra de llegar a notar la necesidad de un tratamiento con medicación. Se suelen emplear antidepresivos para tratar a estas personas. El suicidio es muy frecuente en este tipo de pacientes, quienes al no ser tratados debidamente, pueden llegar a presentar brotes psicóticos con alucinaciones. También son comunes síntomas como el mareo, la fatiga y la falta o aumento del apetito”- agrega Ricardo García.

“Me llevaron un cura a la casa y tuve que pedirle que se retirara, le dije que por favor se fuera, yo no quería blasfemar”- se le quiebra la voz a Esperanza –“Mis sobrinos me ayudaron mucho, me centré en cuidarlos desde que comenzaron a nacer. Dejé la bebida cuando uno de ellos me lo suplicó, les dolía verme tomar y no quería verlos tristes. Varias personas me eligieron como madrina de sus hijos y eso de igual manera ayudó a motivarme, pero le puedo decir que fue un proceso muy lento y doloroso. Creo que vine a recuperarme en su mayoría cuando trabajé en Puerto Boyacá puesto que allí nadie me conocía ni sabían de mi historia. Allá me concentré en trabajar para mantener la mente ocupada.”

“¿Qué le diría a Gustavo de poder hablar con él?”- le pregunto –“Que siempre lo recuerdo y extraño su compañía y el amor que me tuvo, que gracias por haber sido un hombre respetuoso que me enseñó el verdadero amor. Que gracias por haberme escogido para ser la madre de sus hijos.”-concluye Esperanza.

Telegrama

Ultimo telegrama de Gustavo a Esperanza:

TUNJA BYC 18 NOV

NIDIA AGUIRRE

SIEMPRE ESTARÉ CONTIGO, NO OLVIDES DÍAS FELICES. DULCES PALABRAS Y ABRAZOS.

GUSTAVO

Por:

  • Andrés Rebellón - Estudiante de Comunicación Social
Compartir