Entre paros y protestas: el agro colombiano

Fecha de Publicación
Octubre 19 de 2020
Categorías:
Comunicación Social
Foto: Linda Sarmiento

El sector agrícola de Colombia es uno de los mas importantes del país, sin embargo, ha tenido crisis. Las marchas, protestas y paros han estado presentes en la historia; uno de los más relevantes fue la revolución de las ruanas en el año 2013.

Por: María Fernanda Castellanos Fino

Las marchas, protestas y paros han estado presentes en la historia del campo en nuestro país. Los campesinos en constantes oportunidades sintieron la ausencia y el poco apoyo del Gobierno. Uno de los llamados relevantes por parte del pueblo fue la revolución de las ruanas en el 2013, pero, ¿Qué sucedió en torno a ese paro nacional?

2013: campesinos marcan la pauta en Colombia

A mediados del 2013, Colombia enfrentó uno de los paros nacionales mas importantes de su historia. La BBC en su artículo Grandes historias 2013: Colombia sacudida por un paro "inexistente", mencionó que: “Fue convocada originalmente como una marcha campesina, pero cuando el 29 de agosto de 2013 los labriegos finalmente entraron a Bogotá, a su protesta ya se habían sumado los descontentos más variados”.

Las protestas iniciaron desde el sector agrícola, pero en pocos días ya se habían unido otros sectores como el de la salud, minero, ganadero, camionero y artesanal, lo que culminó en un paro nacional. Los campesinos estaban inconformes con el Gobierno por varias razones, entre estas, los precios injustos de los insumos, de los productos que cultivaban, de las exportaciones y la gran importación de bienes como la papa.

Sin embargo, se puede decir que el factor detonante fue el Tratado de Libre Comercio, TLC, con Estados Unidos firmado para eso días por el expresidente Juan Manuel Santos. En ese tratado, estaba estipulada la compra obligatoria por parte de los campesinos colombianos de semillas de un solo uso, producidas en su mayoría, por multinacionales extranjeras.

¿Paro nacional?

El Gobierno inicialmente negó la presencia de algún caos, "El tal paro nacional agrario no existe", señaló el presidente Juan Manuel Santos. Pero cuando las protestas llegaron a bloquear vías, el mismo exmandatario se pronunció diciendo: “Estamos atravesando una tormenta”, y la fuerza pública tuvo que intervenir para tratar de controlar a la comunidad protestante.

Eso no era suficiente. Fue necesario comenzar un dialogo con las asociaciones que representaban los diversos sectores implicados. El ministro del interior de ese año, Aurelio Iragorri Valencia, se convirtió en el encargado de negociar para llegar a algunos acuerdos con los líderes campesinos.

Acuerdos y promesas a la mitad

Entre los acuerdos a los que se llegó, el Gobierno se comprometió a no hacer obligatoria la compra de semillas internacionales y tratar con los representantes de la mesa de negociación una propuesta de semillas certificadas. Otra de las propuestas, era la compra de cargas de papa por parte del Estado. Dicha medida, se efectuó con un problema, la compra se realizó solo a los departamentos de mayor producción papera de Colombia, que son: Nariño, Cundinamarca y Boyacá. Al respecto, la Federación Colombiana de Productos de Papa, Fedepapa, afirmó que el precio del producto, en el resto del país donde el estado no realizó la compra, había tenido una baja.

Este paro nacional agrario, a raíz de los enfrentamientos entre el pueblo y las fuerzas armadas, dejó altas cifras de heridos, detenidos y muertos. Sobre la mesa quedaron temas por concluir y acuerdos estipulados, de los que fueron efectuados solamente algunos.

Semillas certificadas

A raíz del Tratado de Libre Comercio, que firmó el ex presidente de Colombia, Juan Manuel Santos en conjunto con el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y que entró en vigencia en el año 2012, se iniciaron protestas en el sector agrario del país. Estas inconformidades rondaban principalmente alrededor de la resolución 970, que habla sobre las semillas certificadas y el proceso que se necesita para aprobar dicho producto.

La revista Semana, en un artículo publicado en el año 2013 titulado La historia detrás del 970, comentó que: “desde 2010, cuando se promulgó la Resolución 970, empezó una cacería a la piratería de semillas.” De esa manera, piratería de semillas, se denominó la tradición que habían conservado durante años los campesinos, esa de guardar la mejor parte de sus cosechas para semillas de la siguiente siembra.

Con la firma del TLC y la aplicación de estas resoluciones, seguir la tradición se convirtió en un delito que conlleva penalización. Al no poder cultivar de manera convencional, los agricultores se vieron obligados a comprar semillas certificadas, las cuales en su mayoría son importadas y mas costosas.

Esta medida, trajo grandes consecuencias a los campesinos, la carga que tenían guardada para la siguiente siembra fue según el Instituto Colombiano Agropecuario: ‘sellado y decomisado’ porque ‘provenía de lotes no certificados por el ICA’. Las semillas fueron destruidas y desechadas en vertederos de basura, lo que les generó una gran pérdida económica para los agricultores. Además, el precio que tenían que invertir en las cosechas se duplicó debido al alto costo de las semillas de un solo uso. Al no tener el capital para invertir, la única salida era acceder a préstamos y poner en juego su capacidad de endeudamiento.

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Semillas de arroz destruidas en vertederos de basura del Huila. Foto: ICA

 

En ese momento, surgen las protestas y negociaciones. Una de las soluciones dadas por el gobierno fue invertir dinero en fondos monetarios para ayudar a los campesinos con créditos, no obstante, esta solución no era efectiva debido a que los pequeños agricultores no contaban con la capacidad de endeudamiento necesaria para solicitar los créditos que requerían; incluso, en los casos que eran aprobados para desembolsar créditos, al pasar del tiempo, para los campesinos solo significaban más deudas.

Para el año 2015, luego de la presión por las protestas sociales, el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, se vio obligado a sustituir la Resolución 970 haciendo el borrador de una nueva nombrada 3168, pero realmente esta medida no cambiaba nada. La nueva resolución tendría cambios de forma, pero no de fondo. Los procesos para certificar las semillas eran los mismos, tenían las mismas dificultades, suficientes, para que un campesino del común no pudiera cumplirlo a cabalidad.

Incumplimiento de acuerdos y resistencia del campo

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Manifestaciones pacíficas de los indígenas. Foto: Claudia Camejo

Aunque algunos acuerdos a los que se llegó en el paro nacional agrario de 2013 fueron cumplidos, también hubo otros que no se cumplieron. En la mitad de marzo del 2014, los indígenas y campesinos nuevamente hicieron un llamado a paro nacional por la inconformidad con el incumplimiento de los acuerdos. De esta manera, iniciaron las protestas nuevamente.

El presidente de entonces, Juan Manuel Santos, hizo un llamado a los campesinos de acceder a negociaciones y trabajar en conjunto con el estado para buscar posibles soluciones. Aunque, Cesar Pachón, uno de los líderes del paro, afirmó que el sector no bajaría la guardia y seguirían con las protestas.

En el segundo día de marchas, el ministro de agricultura de ese mandato, Rubén Darío Lizarralde, manifestó la voluntad e interés por parte del estado para solucionar los problemas y ayudar al sector. Este comunicado no evitó los enfrentamientos llevados a cabo en las semanas posteriores, hasta el mes de mayo. Los indígenas también se unieron a las manifestaciones de manera pacífica, participaron un aproximado de 20.000 indígenas en 17 puntos del país.

Por medio de un Decreto, el Gobierno aceptó negociar con una mesa única, en las que se incluyeron representantes del 90% del sector agrícola, al ministro del interior y al ministro de agricultura. Dentro de los acuerdos, se propuso la creación de un fondo con 250 mil millones de pesos en el Fondo de Fomento Agropecuario, para la inversión en los campos de Colombia.

Sectores unidos en torno al agro

Varios sectores, además del agrario, se unieron frente al gobierno con sus inconformidades, así lo hizo visible el periódico El Espectador en el 2013, con la noticia Las caras del paro nacional, diciendo: “se han organizado no sólo los dirigentes gremiales de un sector de cafeteros, transportadores, cebolleros, paperos, cacaoteros, arroceros, ganaderos o mineros, sino que se han alineado los principales opositores del Gobierno Santos.” En la mesa de negociación se incluyeron representantes del 90% del sector agrícola, con desconciertos propios y en común.

El sector cafetero, fue uno de los primeros en presentar sus inconformidades. El café colombiano reconocido a nivel mundial, entre el 2012 y el 2013 tuvo una baja en sus precios del 30% en la bolsa de New York. Colombia ya no era el mayor exportador de este producto, había sido superado por países como Brasil, Vietnam, Costa Rica o Indonesia. Los agricultores sentían poco apoyo del Gobierno, pero este a su vez, decía que los había apoyado lo suficiente con los subsidios necesarios.

Así, cada parte del agro colombiano fue haciendo públicos sus problemas y el gobierno iba dando ‘soluciones’, las mismas que desde siempre ha propuesto y que tienen un nivel de efectividad mínimo, que se hace evidente con las marchas que se repiten anualmente. Al día de hoy, los problemas de los agricultores colombianos siguen siendo básicamente los mismos.

Todo sigue igual

Lo que piden en la actualidad, como lo dice Henry Acosta, representante de la Asociación Panelera, es: “tener unos precios sustentables (…) que se parara un poco el tema de las importaciones”. Pero, como dice el mismo Henry: “las políticas agropecuarias de este país son tremendamente ¡ineficientes, ineficaces! y cuando hay ayudas, pues se quedan en manos de toda una cadena de corrupción”.

 El país enfrenta grandes problemas en el sector agrícola, en su mayoría, generados por las políticas que implementa el Gobierno, que no cumplen su propósito, que se supone debería ser el de beneficiar al campo colombiano. Frente a las inconformidades de los campesinos no hay soluciones efectivas, por lo que anualmente aumentan las protestas por descontentos. Pareciera que el Estado no escuchara la voz de su pueblo, y si es así, entonces ¿Qué deben hacer para ser escuchados y obtener respuestas eficaces?

¡Cuestión de todos!

Es importante que los demás sectores económicos no correspondientes al agropecuario, y la sociedad en general, conozca testimonios como el de Henry Acosta, uno de los tantos voceros del campo que se ven afectados por las decisiones de los mandatarios, como la firma del Tratado de Libre Comercio y la Resolución 970. Las consecuencias de los actos de los dirigentes del país, no afectan solo al sector al cual van dirigidas las normas, afectan a todos los colombianos, generando una cadena de injusticias y víctimas.

 

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