La cara oculta de San Agustín

Fecha de Publicación
Diciembre 01 de 2020
Categorías:
Comunicación Social
https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.banrepcultural.org%2Fnoticias%2Fel-banco-de-la-republica-inicia-la-restauracion-del-claustro-de-san-agustin-de-tunja&psig=AOvVaw0ZnsSYyWWwujLsUPnS0T3B&ust=1606599211265000&source=images&cd=vfe&ved=0CAMQjB1qFwoTCNifzM3Wo-0CFQAAAAAdAAAAABAD

“La verdad fue una experiencia horrible, o sea solo estuve dos horas y fueron las más eternas de mi vida. El ambiente se sentía súper pesado, que te ahogabas, con mucho frío y la sensación de que alguien te observaba sin haber nadie ahí…” anónimo

Por: Miguel Ángel Fonseca Galvis

Tunja tiene el título de ser la ciudad de tesoros escondidos y no es de extrañar, cuenta con arquitectura increíble, archivos históricos de la época colonial, escudos de familias reales por las calles, pinturas de gran valor y piezas artísticas que se encuentran escondidas delante de nuestros propios ojos, pero también está caracterizada por tener historias desgarradoras.

La biblioteca Patiño Roselli, coloquialmente conocida como la biblioteca de San Agustín es considerada por el Ministerio de Cultura como Bien de Interés Cultural de la Nación, un puesto bien merecido si tenemos en cuenta las múltiples funciones que a tenido este edificio a través del tiempo y teniendo en cuenta un viejo dicho “las paredes oyen” este espacio tiene muchas bastantes historias, pero curiosamente la mayoría tienen algo de tragedia de por medio.

El inicio de la pesadilla

“Cuando a uno le decían que hay esta la estatua del monje sin cabeza, uno miraba y ya sentía como el miedo. Yo era de las que no me atrevía acercarme” María José Monroy.

En 1539 se llevó a cabo una eucaristía en celebración de la fundación hispánica en el Cercado de Quiminza, lugar sagrado y sede del cacicazgo muisca como una estrategia evangelizadora, imponiendo una nueva religión sobre las creencias indígenas además de tomar este terreno para la construcción de un claustro agustino y así poder doctrinarlos.

Empieza la construcción del claustro en 1578 y finaliza en 1603, contando con jardín principal en estilo sevillano, cuatro galerías a su alrededor, una pequeña capilla en la esquina sureste y unas grandes escaleras de madera que conducían al segundo piso, donde se encontraban las habitaciones suficientes para los monjes, un espacio agradable y hermoso a simple vista, pero sin pensarlo terminaría convirtiéndose en un lugar con historia oscuras. La primera historia (conocida por muchas personas) es la de un monje agustino que era querido por la comunidad por ser bastante bondadoso y devoto, siendo incluso el ejemplo para seguir de varias personas. Todo esto cambiaria un día que fue descubierto cometiendo el pecado de la lujuria, sin poder creer que había cometido aquella acción, tomaron la decisión de que debía ser decapitado por cometer una falta tan grave.

Después de esto el claustro se volvería una pesadilla para los monjes, pues aseguraban que cuando pasaban por los pasillos podían ver una extraña figura con vestido de negro a lo lejos de ellos, algunas veces con la capucha puesta y otras veces dejando ver que no tenía cabeza.

Plaga

El claustro de los agustinos se quedaba con menos integrantes, algunos lo dejaron por miedo al espectro que rondaba el recinto, otros decían que había algo más siniestro detrás de aquel monje, tal vez no solo cometía lujuria… Una cosa si era segura, las cosas se iban a tornar mucho peor.

Para 1824 el claustro pasa a manos del hospital de la Purísima Concepción de la Orden de San Juan de Dios, debido a un decreto donde se indicaba que todo convento que tuviera menos de 8 monjes seria convertido en una sede hospitalaria para atender a los soldados heridos durante las luchas por la independencia, algo en lo que no estaban de acuerdo, pero no podían hacer mucho en contra.

Además de esto, algunas pestes y enfermedades azotaron la ciudad ocasionando que una gran cantidad de personas acudieran a este lugar, esto solo traía más muerte y el ambiente cada vez se volvía más tétrico. A medida que empeoraba la salud y más heridos de combate llegaban, el espacio era menor hasta el punto de tener que ubicar algunos enfermos en las frías baldosas de los pasillos, los cadáveres se amontonaban, la falta de personal era evidente, la muerte estaba presente en el claustro.

Cambios drásticos ocurrieron por todo el pueblo, los murales de los templos religiosos eran cubiertos por resina, retratos eran destruidos, se decía que la causa de estas enfermedades era ocasionada por la sangre de animal putrefacta que era utilizada para conseguir algunas tonalidades rojizas en las pinturas.

Bestia interna

El claustro ya no era un lugar seguro, la tranquilidad que una vez existió se desvaneció, el hospital de la Purísima Concepción de la Orden de San Juan de Dios se marchó una vez la situación mejoro, pero ¿a qué costo? Todavía se podía escuchar los llantos de los enfermos clamando por atención médica, todavía se podía escuchar los gritos desgarradores de los herido, pero lo peor todavía estaba por llegar.

Al poco tiempo de conseguir la independencia, en 1860 se desataron nueve guerras civiles alrededor del país, conservadores y liberales se debitan por el control de territorios y ahora un claustro en el olvido se volvería una base militar, un lugar sagrado se había mancillado ahora con la sangre de la violencia .

“La historia de ese lugar es muy heavy… es muy pesada, de por si todo en ese lugar es muy pesado” Me dice Carol cuando charlamos sobre la época del panóptico, los años más oscuros de este lugar. La nación tomo el control y lo que una vez fue un espacio religioso es ahora una de las cárceles más grotescas del país.

Algunos métodos de tortura que tenían con los prisioneros era que los encerraban en un cuarto donde una gota caía sobre su cabeza día y noche, hasta que lo perforara y matara, era considerado la peor tortura. Otro consistía en ahorcar al prisionero en uno de los árboles del jardín principal y dejar el cadáver por varios días ahí, en caso de que algún animal carroñero se acercara a devorarlo.

“La gente que llevaban era gente muy mala, ladrones, asesinos, violadores, todo tipo de atrocidad que se imagina la podía encontrar, pero había una persona a la que nadie se le acercaba. Tenían sus grupos, pero esa persona siempre estaba sola, un hombre de unos 40 años, no tenia cara de malandro y solo se sentaba en una banca a tirar migas de pan a las palomas, pero fue un día que me di cuenta como tomo una de esas palomas y le torció el cuello, así de la nada y un hilo de sangre empezó a derramarse por sus dedos. Si es así con un animalito no quiero imaginar que habrá hecho para estar aquí.” Esto me lo cuentan en una pequeña entrevista con la condición de que su identidad sea anónima.

Para 1966 la cárcel seria trasladada a la vereda El Barne, curiosamente un año antes de que ocurriera el terremoto que derrumbaría un 60% de la edificación.

Nuevo inicio

Debido a que gran parte de la estructura del claustro de San Agustín fue destruida por el terremoto de Neiva, se empezó hacer una remodelación para recuperar la mayor parte de la edificación, aunque lamentablemente se perdió gran parte de historia invaluable.

La restauración fue liderada por el arquitecto Álvaro Barrera y finalizo en 1984 donde ahora pertenece al área cultural del Banco de la República y fue adecuada como biblioteca y centro de difusión cultural. Curiosamente durante la restauración, Álvaro Barrera contaba que había momentos donde se sentía observado a pesar de que no veía a nadie cerca, además de que ocurrió alguno que otro accidente inexplicable durante la renovación.

“Una vez me puse a echar chisme con un vigilante y me comento que ellos tenían prohibido contar si los asustaban o no.” Carol me da este dato curioso y de cierta manera alimenta la curiosidad de las personas, ya que no esta afirmando que algo raro pasa en este lugar, pero tampoco lo está negando, “Yo creo que es mas como la sugestión de la historia, que paso algo aquí y así, entonces todos están a la expectativa al momento de entrar, igual el mismo establecimiento se encarga de que esa sensación extraña sea posible por el maniquí que ponen en el segundo piso del monje sin cabeza y claro eso puede sugestionarse mucho, además de que es una biblioteca y todo está muy en silencio uno está a la expectativa de si pasa algo.” Aunque Alix Montaña da un comentario bastante interesante ¿Y si lo extraño que sentimos que pasa en este lugar es sugestión propia? Nos creemos tanto que algo extraño esta en el claustro que nuestra propia imaginación nos juega en contra.

Como dice Oscar Wilde, la realidad supera la ficción y esta no es la excepción, todos estos hechos fueron reales, tal vez el reciento te sugestiona para que pienses que algo malo ocurre, que alguna fuerza sobrenatural habita en el edificio, tal vez solo se quede como la cara oculta de San Agustín.

Compartir