Enseñanzas vivas: Voces despiertas

Fecha de Publicación
Junio 17 de 2022
Categorías:
Comunicación Social
Estudiantes periodismo grupo radial UB.

En la materia de periodismo, desarrollada durante el 2022-1, los estudiantes del grupo de radio nos pusimos la diez, con el dorsal de PROFES en la espalda. Durante cuatro sesiones estuvimos acompañando a un grado sexto en la institución educativa.

Comunicar es una aptitud, una capacidad. Pero es sobre todo una actitud. Supone ponernos en disposición de comunicar, cultivar en nosotros la voluntad de entrar en comunicación con nuestros interlocutores. Kaplun

 

Por: Diego Ishaan Alejandro Arias González, estudiante de comunicación social.

 

 En la materia de periodismo, desarrollada durante el 2022-1, los estudiantes del grupo de radio nos pusimos la diez, con el dorsal de PROFES en la espalda. Durante cuatro sesiones estuvimos acompañando a un grado sexto en la institución educativa José Antonio Sandoval en Tunja, con el objetivo de desarrollar un proyecto de comunicación popular. A continuación, la historia. 

 

Entre los niños, se generó una interacción natural, encauzada por medio del proyecto de educación popular.

Después de realizados los trámites necesarios para uso de espacios del colegio y disponibilidad horaria, logramos llevar a cabo un proceso de educación popular que empezó por acercar el mundo de la radio a los niños. 

 

Por ello, expusimos pedagógicamente la historia de la radio, a través del taller titulado: “La telegrafía sin hilos: de Marconi a Radio Sutatenza”. En este primer acercamiento, los niños se familiarizaron con la radio gracias a un mensaje vivo que portaba contenido teatral y didáctico. Entendimos que “la obra de teatro no sólo interesa más, sino que enseña más, deja un sedimento más hondo en la mente y la conciencia de sus espectadores” (Kaplún, pág. 145), y con esto los estudiantes conocieron el origen y evolución de dicho medio de comunicación. 

 

Durante un segundo encuentro, los niños aprendieron a redactar historias con formato radiofónico. Aquí quisimos materializar el deseo de que “los sectores populares empiecen a hablar ellos mismos, a decir su propia palabra, a auto expresarse” (Kaplún, pág. 138). Por ello fueron los niños y sus propias habilidades, la base del proceso. Con gran actitud comunicativa, los niños dispusieron sus voces como vehículo de sus pensamientos. Además, les brindamos una serie de cuentos infantiles, que ellos grabaron en sus propias voces, y que posteriormente se convirtieron en productos radiofónicos con nuestra ayuda.

 

En un tercer encuentro, insistimos en la apropiación de la “prosodia”, ya que quisimos enseñar a los niños la posibilidad de transmitir diversas intenciones al mismo mensaje, logrando con ello diversos efectos en el interlocutor. Curiosamente, nos dimos cuenta que el ser profes no consiste en sostener una posición de poder y subir la voz, sino que significa tener actitud y empatía hacia el estudiante. De este modo, comunicar se volvió un reto porque “comunicar es una aptitud, una capacidad; pero es sobre todo una actitud” (Kaplún, 2002, pág. 85). Así, adquirimos la voluntad de saber comunicar para enseñar.

 

La siguiente semana, llevamos a cabo el taller titulado: “diamante de la radio”. Aquí hubo espacio para que grupos pequeños visitaran cuatro estaciones educomunicativas en distintos lugares de la institución. Los niños se acercaron de primera mano a actividades tales como la redacción radial, la locución y el uso de la palabra, la edición y la grabación. Así, pues, el sexto uno salió de la rutina y participó activamente en la producción de elementos radiofónicos basados en sus propios textos que habían escrito semanas anteriores. 

 

Con ello, desde el grupo de radio, logramos que la comunicación social estuviese al servicio de un proceso educativo transformador, en el cual los sujetos destinatarios entendieron el potencial de cambio que porta la voz comunitaria (Kaplún, pág. 61). Los niños, empezaron a comprender la realidad críticamente, adquiriendo instrumentos para mejorarla, en este caso, a través de la radio. A la par, pudimos hacerles partícipes de un documental, en el que nos contaron su experiencia vivida a lo largo de cada uno de los talleres.

 

 

 Empatía: el mayor reto

 

Al hacer las prácticas en el colegio José Antonio Sandoval, aprendimos bastante sobre ponernos en el lugar del otro, por ejemplo, en los zapatos del profe, del estudiante, de la coordinadora, e incluso de la rectora. Nos dimos cuenta que, tal como dice Kaplún, la eficacia de la comunicación depende de la capacidad empática del comunicador” (pág. 93). Ya que inicialmente los niños no nos escuchaban con atención o se distraían con facilidad, nos teníamos que ingeniar la manera de conservar la atención de ellos. Aunque, luego comprendimos que debíamos entender a cada uno de nuestros interlocutores y sobre todo, que debíamos enseñar des complejizando la palabra y las temáticas, pues el “pensamiento popular es concreto, no abstracto” (Kaplún, pág. 128). 

 

Cada estudiante elegía un papelito al contar su historia, imprimiéndole diferentes sentimientos.

 

Experiencias y sentires

 

Cada uno de nosotros, vivió experiencias increíbles durante el curso del proyecto de comunicación popular. Por ejemplo, Paula Castillo afirmó: “nosotros aprendimos de ellos muchas cosas positivas y ellos también aprendieron mucho de nosotros; fue una experiencia productiva, los niños nos recibían con la mejor actitud, hacían muchas preguntas”. Por su parte, Linda Díaz expresó que: “aprender desde la sencillez, desde la creatividad, desde la sonrisa de los niños, fue algo muy bueno”. 

 

Incluso algunos de nosotros llegamos a sentirnos honrados de ser llamados “profes”, aunque también comprendimos la difícil tarea de ser docente, como Andrés Neira, quien expresó que “poder enseñar a los chicos desde los doce años qué es comunicación popular, fue muy gratificante; me gustó enseñarles que hay formas de comunicación que pueden tener para manifestar lo que pasa en sus escuelas y en sus entornos.” 

 

En tanto, descubrimos que la enseñanza es un proceso bidireccional. Por esto, Daniela Ríos se dio cuenta que “con los talleres que íbamos realizando, nos íbamos dando cuenta de los talentos que tenían cada uno de los niños”.  Mientras que Laura Valentina Mateus, concluyó que los talleres fueron “una construcción de conocimiento mutua. No solo comunicamos, sino también trabajamos con la comunidad y para la comunidad.” 

 

Recuperando la palabra en el salón

 

Cada estudiante elegía un papelito al contar su historia, imprimiéndole diferentes sentimientos.

 

Contrario a lo que esperábamos, nos encontramos con que los estudiantes querían hacer parte del proyecto espontáneamente y con toda la energía vital. Además, recibimos de parte ellos un feedback muy significativo. 

 

Uno de los niños nos dijo: “Yo aprendí que la intención de la voz es algo muy importante para que las demás personas sepan qué tratamos de decir y con qué intención.” Por ejemplo, sobre la actividad de los cuentos, uno de los participantes dijo: “aprendí que se puede hacer un cuento en menos de quince minutos y aprendí a leer un cuento de diferentes formas y emociones”.  Además, desde un punto de vista social, uno de los radialistas anotó: “Aprendí a convivir más con mis compañeros y a que la imaginación no tiene nunca un límite”. 

 

También, los niños pudieron adquirir una conciencia emocional en relación a los medios de comunicación, como lo dijo un futuro comunicador estrella, quien afirmó: “aprendí que para cada momento siempre hay una emoción y pues me gustó la actividad, estuvo interesante y nos ayudó a salir un poco de la rutina diaria”. En general, pudimos observar felicidad y comodidad en los niños durante el desarrollo de la actividad. Uno de ellos manifestó: “Me gusto harto la actividad, nos pudimos expresar de la manera que nos gusta, pudimos salir de nuestra zona de confort”. 

 

Dice Kaplún que “en todo proceso de comunicación educativa adquiere importancia decisiva ese momento en que los participantes quiebran su dilatada <<cultura del silencio>> y comienzan a recuperar la palabra”. (pág. 138).  En efecto, durante el desarrollo de estos talleres, los participantes tuvimos la oportunidad de expresarnos libremente, y fue así, que, con las brillantes y reveladoras voces de los niños, se constituyó un proceso cognoscitivo bidireccional que no solo impactó la vida del sexto uno, sino también la vida profesional de un grupo de futuros comunicadores sociales comprometidos con el desarrollo comunitario.

 

 

 

 

 

 

 

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