El amor propio no es vanidad, es cuidado
Vivimos en un mundo marcado por las redes sociales y la constante comparación con los demás, donde el amor propio ha ganado relevancia o importancia. (Imagen: Freepik)
El amor propio es reconocer que merecemos cuidado y respeto, que al cultivar estas actitudes hacia nosotros mismos, podemos ofrecerle lo mejor a los demás y tratarlos con el mismo amor que somos cuidados.
El amor propio no es vanidad, es cuidado
Por: Yuranny Yerith Pinto Albarracin
Vivimos en un mundo marcado por las redes sociales y la constante comparación con los demás, donde el amor propio ha ganado relevancia o importancia. No es por tendencia sino una necesidad básica que muchos hemos hecho a un lado. Pues la sociedad misma se ha encargado de empujarnos a hacer cosas inalcanzables, ante esta situación se presenta un acto de rebeldía, donde empiezan a decir “soy suficiente tal como soy”.
Según un artículo de la Universidad del Rosario, “es importante tener en cuenta que el amor propio no es sinónimo de egoísmo y que carecer del primero, nos lleva a tener una débil o baja autoestima, tener sentimientos de tristeza, dependencia, inseguridad, desvalorización, irrespeto por sí mismo; generando desconocimiento de quiénes somos y qué es lo que queremos”.
Pues el amor propio es la base para una vida saludable y equilibrada, cuando hablamos de amarnos y respetarnos a nosotros mismos por encima de lo que sea no quiere decir que seamos narcisistas, sino que hablamos de una aceptación profunda y honesta tal cual como somos, con defectos y virtudes.
El amor propio es reconocer que merecemos cuidado y respeto, que al cultivar estas actitudes hacia nosotros mismos, podemos ofrecerle lo mejor a los demás y tratarlos con el mismo amor que somos cuidados.
Uno de los grandes enemigos del amor propio es la autoexigencia. Desde temprana edad nos enseñan a esforzarnos al máximo, a ser los mejores en todo, tener buenas notas, sacar el primer puesto y si no lo logramos somos las peores personas, nos sentimos insuficientes al no cumplir con las expectativas de las personas de nuestro alrededor. Dejando a un lado el cómo nos sentimos.
Amarse a uno mismo también implica aprender a decir “no”, pues muchas veces nos sentimos obligados a complacer o tener contentos a los demás sin importar cómo te sientas, nos olvidamos de nuestras propias necesidades y hasta de nuestra felicidad.
El amor propio requiere poner límites, saber cuándo retirarse y cuidar de nuestro bienestar emocional y mental, pues no podemos tener contentos a todos, sin antes estarlo uno mismo.
Por supuesto, el amor propio es un viaje, no un destino. Habrá días en los que te sientes la peor persona del mundo, o quizá no te aceptes tal como eres y es normal sentirnos así. Lo importante es recordarnos que el amor propio no es algo que se conquista de una vez, sino que se va construyendo con pequeñas acciones: cuidando nuestro cuerpo y rodeándonos de personas que nos nutran en lugar de drenarnos.
El amor propio es todo lo que dice esta frase “primero tú, segundo tú y tercero tú”, pues es el primer paso para vivir una vida plena, donde podemos construir relaciones sanas, una mayor paz interior y una auténtica felicidad. Siempre estás contigo mismo, así que podrías disfrutar de tu propia compañía.