Ciudadanía informada y crítica: La urgente necesidad de implementar la alfabetización mediática en Colombia
El impacto de los medios de comunicación, es un tema que, reclama, se le dé mayor importancia en el presente, debido a su determinante papel en la construcción de una sociedad crítica, democrática y libre... (Imagen: macrovector_official en Freepik)
En el entorno mediático en que estamos inmersos, la exposición a fake news, discursos de odio, sesgos, polarización, etc., marcan la pauta. Los puntos exhibidos previamente serán analizados para el caso de Colombia, quien no se muestra ajena a dichos fenómenos: este sector en la nación, ha estado históricamente movido por intereses particulares, afectando así el desarrollo de un ejercicio informativo que responda a los principios básicos del periodismo...
Ciudadanía informada y crítica: la urgente necesidad de implementar la alfabetización mediática en Colombia
La llegada del siglo XXI, ha traído consigo la necesidad de reevaluar cómo son tratados los retos a los que se enfrentan los ciudadanos; cuál es el camino a seguir; qué modificaciones deben realizarse a planes de acción propuestos tiempo atrás. El impacto de los medios de comunicación, es un tema que, reclama, se le dé mayor importancia en el presente, debido a su determinante papel en la construcción de una sociedad crítica, democrática y libre. A la ecuación ingresa un nuevo factor: la era digital.
Acceder a información en la web ofrece ventajas como facilidades de acceso, rapidez e interactividad, no obstante, supone riesgos para el consumidor al enfrentarse a un bombardeo masivo de datos, ante los cuales, carece de capacidades para filtrarlos, interpretarlos y comprenderlos. Por supuesto, dicha situación también se da en medios tradicionales como la prensa, televisión y radio, solo que la inclinación por estos, ha perdido auge en el mercado.
En el entorno mediático en que estamos inmersos, la exposición a fake news, discursos de odio, sesgos, polarización, etc., marcan la pauta. Los puntos exhibidos previamente serán analizados para el caso de Colombia, quien no se muestra ajena a dichos fenómenos: este sector en la nación, ha estado históricamente movido por intereses particulares, afectando así el desarrollo de un ejercicio informativo que responda a los principios básicos del periodismo. Dicha tendencia infiere de forma directa en procesos como la construcción de paz en el territorio, objetivo que, reconoce dificultades para concretarse, en vista del tratamiento que los medios dan al tema. La reflexión es clara: en aras de edificar un país con individuos conscientes de cómo las dinámicas en que son partícipes afectan su percepción del mundo, la toma de decisiones, la configuración de sus entornos y las relaciones que establecen, se debe partir por promover el consumo crítico de información, haciendo necesaria la puesta en marcha de una alfabetización mediática.
Colombia, país que intenta venderse ante el mundo como una nación diversa, con increíbles destinos turísticos que esperan la visita de extranjeros, quien ha exportado personajes talentosos, que además es rica en cultura, en donde cabemos todos, con nuestra pluralidad y diferencia, muestra prominentes dificultades en la escena mass mediática. Para comenzar, ¿es ese discurso de presentación el más acorde a la realidad del territorio? Su historia, se niega a darle la razón, o al menos, a una parte de este. Los términos de “pluralidad” y “diferencia”, dependiendo el contexto en que se apliquen, adoptan una connotación favorable o no; en el ámbito de los medios de comunicación en el país, su presencia, hace ruido. Desde aquel tiempo en que se gestaron los partidos políticos tradicionales (entiéndase por liberales y conservadores), el ejercicio periodístico ha estado emparentado con este sector, funcionando primordialmente de vehículo para la difusión de las ideas que defienden, sus valores y proyectos (Ayala, 2006).
También resulta vital comprender al periodismo como empresa, como un negocio que requiere de sustento económico; con el fin de asegurar su subsistencia, termina siendo moldeado por intereses particulares, poniendo en riesgo la ejecución de principios básicos en que se cimenta la labor, como la objetividad e imparcialidad. Puede inferirse entonces que, en Colombia, los grandes medios han estado al servicio de las élites, de los conglomerados a los que pertenecen, de los dueños del poder, por tanto, sus producciones tienen de fondo una filiación político partidista, están sesgadas y promulgan determinadas narrativas que militen con la visión de a quienes le rinden cuentas. Bajo este panorama, es complejo afirmar que en este rubro exista una verdadera pluralidad y diferencia de voces y opiniones, ya que se suele silenciar o juzgar a aquellas perspectivas que no se alinean con los objetivos de los grupos dominantes.
A pesar de la desalentadora dinámica que se observa, han surgido propuestas como medios alternativos e independientes que abanderan un mensaje de cambio a lo establecido. Otro actor que se manifiesta bajo la figura de posible amenaza a las pautas definidas por los medios tradicionales, es internet. El desarrollo de una era digital que irrumpió en todos los campos de la vida humana, innegablemente, generó cambios en los modos de desenvolvernos en la cotidianidad; implica abrir la puerta a un amplio mundo de posibilidades, pero, directamente proporcional a las maravillas de sus innovaciones, están los riesgos a los que nos exponemos al aceptar formar parte de la dimensión planteada; claro está, dicho sea de paso, evitar ser miembro de este espacio, hoy en día, es bastante complicado. Con base en la versión más reciente del Digital News Report del Reuters Institute for the Study of Journalism [RISJ] (2023), en Colombia, la vía por la que sus ciudadanos consumen más noticias es la online, destacando la primacía de las redes sociales por sobre los portales de noticias. Este reporte permite evidenciar que, si el consumo de información proveniente de internet está impactando, lo está haciendo sobre una masa considerable de personas. Esta elección del receptor de informarse, educarse y entretenerse virtualmente, tiene definida claros factores que conllevan, sean más sujetos quienes se inclinan por ella: la diversidad de fuentes, los complementos multimediales, la rapidez y la actualización en tiempo real son tan solo algunos ejemplos, no obstante, es poco adecuado dejar a un lado el que posiblemente marca la diferencia con lo tradicional, el feedback. El modelo de interacción en internet se asemeja a uno horizontal, es decir, pone en el mismo nivel a emisor y receptor, permitiendo a este último formular respuestas en lugar de solo ser un actor pasivo que recibe información; él pasa a conformar el proceso, se le tiene en cuenta, su experiencia se personaliza, su opinión es escuchada. Hay un fenómeno más dentro de los usuarios, este es, el de los llamados prosumidores.
Un prosumidor es aquel que está en capacidad de consumir, pero, a su vez, de producir información. Situarse frente a una cámara, usar micrófonos, redactar textos, generar contenidos, etc., ya no son acciones que solo profesionales en periodismo puedan ejercer: el espacio está abierto para quien desee participar de él. De aquí surge uno de los grandes debates en el área de la comunicación, este es, si en verdad prepararse académicamente para el rubro es útil, o si se trata de una pérdida de tiempo y dinero al existir la opción de llevar a cabo las mismas funciones sin la necesidad de poseer un título universitario. Ambas alternativas son válidas y atienden a un derecho contemplado en la carta magna del país:
Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura. (Constitución Política de Colombia [C.P.], 1991, art. 20)
Resta cuestionarse entonces el constante reto al que nos enfrentamos en línea, donde, por su característica de inmediatez, vivimos expuestos a cantidades descomunales de información proveniente de cualquier individuo, sin tener garantía de que el mensaje que proclama el emisor, fue elaborado de manera responsable, es decir, este no posee alteraciones, distorsión, omisión, sesgos, propone posturas polarizadas o radicalizadas, entre otros. La problemática no yace exclusivamente en consumir información corrupta, sino que se agudiza al tomar como acción compartirla, generando que se propague con mayor velocidad y facilidad, reforzando el tejido de una red de desinformación en la que cada día, caen más personas. A partir de la situación, el público ha perdido aún más la confianza en los medios; en respuesta, surgen estrategias como la verificación de hechos, o mejor conocida por su denominación en inglés, fact-checking. El propósito de esta práctica es comprobar la veracidad de un contenido, y, si bien, sus resultados son favorables, no es un mecanismo que sea suficiente para lograr combatir el fenómeno al que se enfrenta.
Los recursos parecen haberse agotado, ¿qué queda entonces? Focalizar la atención en el ciudadano. Desde muy corta edad, nos enfrentamos al consumo de medios de comunicación, sin embargo, ¿quién nos enseña la manera en que estos funcionan? ¿Quién nos explica cómo identificar posibles alteraciones en la información? ¿En dónde nos instruyen sobre la influencia que ejercen en la construcción de pensamiento, opinión pública e incluso en las maneras de actuar? En Colombia, son relativamente escasos los esfuerzos que se han desplegado en materia de preparar a la ciudadanía en los aspectos mencionados; si existen, no están al alcance de todos. La alfabetización mediática se presenta como un proyecto que debe salir del papel para comenzar a ser ejecutado de manera urgente, tomando en cuenta los grandes cambios que puede producir en el país.
La alfabetización mediática hace referencia al proceso de adquirir habilidades para hacer un consumo crítico de la información, en donde se desarrolla la capacidad de comprender los contenidos emitidos por los medios, analizarlos, evaluarlos, al igual que estar competente para crearlos y difundirlos responsablemente. Las audiencias ya no serán sujetos indiferentes a las tácticas, planes o dinámicas de los medios de comunicación, al igual que su rol no se limitará a dar por hecho que toda información que recepta, es verídica y ética. El escenario al que se aspira, es uno en donde los colombianos, al colocarse el traje de prosumidor, cuestionan críticamente los mensajes provenientes del entorno mediático y generan contenidos que posean las mismas características que evalúan. Su implementación debe partir desde las generaciones más recientes, incluyéndola en los planes de estudios tanto de colegios como de universidades; ahora bien, la responsabilidad no recae únicamente en los jóvenes: es imperioso encontrar las vías para que este proceso llegue a todos los grupos generacionales, en especial a los adultos mayores, puesto que son un objetivo vulnerable.
Bajo el análisis efectuado, es posible concluir que los medios de comunicación sí impactan en nuestras dinámicas cotidianas, no obstante, si somos personas alfabetizadas mediáticamente, estos no podrán usarnos como quieran, influenciarnos con facilidad o perpetuar divisiones y rivalidades que nos alejan de un sueño común: acercarnos a una paz estable. Esta visión crítica por parte de la audiencia, contribuirá a la construcción de una sociedad más democrática. El llamado es a la acción.
Referencias
Ayala Osorio, G. (2006). El periodismo en Colombia: una historia de compromisos con poderes tradicionales. Revista Interacción, 44.
Constitución Política de Colombia [C.P.]. (1991). Artículo 20 [Título II]. (4 ª ed.). Legis.
Reuters Institute for the Study of Journalism [RISJ]. (2023). Digital News Report 2023.
Reuters Institute for the Study of Journalism [RISJ]. https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/sites/default/files/2023-
06/Digital_News_Report_2023.pdf