Caminate obligado e invisible en el mundo

Fecha de Publicación
Septiembre 01 de 2022
Categorías:
Comunicación Social
Entrada a Colombia por el departamento de Norte de Santander

En Colombia, se estima que en el presente año habitan alrededor de 1.800.000 venezolanos, de los cuales menos de la mitad, cuentan con tarjeta migratoria; En el centro del país, se encuentra el departamento de Boyacá, cuya capital es Tunja.

“Me llaman inmigrante para insultarme, como si querer sobrevivir fuera un insulto” -Lasmigranteshablan-

 

Por: Natalia Mendieta

 

2016, los medios de comunicación transmitían y difundían la noticia acerca de la crisis que en el país vecino se estaría evidenciando. A partir de ese momento, en América del Sur se inició una ola de migración fuerte por parte de la población venezolana, ya fuese para instalarse en ellos o de paso, en búsqueda de oportunidades, familiares y allegados en estos países. Sin embargo, las políticas y la misma población local generaron que al paso del tiempo, las migraciones tuviesen que ser más difíciles de lograr.

En Colombia, se estima que en el presente año habitan alrededor de 1.800.000 venezolanos, de los cuales menos de la mitad, cuentan con tarjeta migratoria; En el centro del país, se encuentra el departamento de Boyacá, cuya capital es Tunja. Una ciudad que se compone de 552.010 habitantes. En los últimos meses, se ha visto una gran afluencia de población migrante. Así mismo, se ha intensificado en gran cantidad el trabajo informal y la delincuencia.

desplazados

                                            Se estima que a diario a Tunja llegan a lugares de refugio alrededor de 300 migrantes. Febrero, 2019. Fuente: Migración Venezuela, atención humanitaria.

 

“Cuando alguien es migrante, su manera de pensar y actuar cambia totalmente (...) puesto que ha tenido que desarraigarse de su terruño y patria (...) sin horizonte caminando de un lado a otro” afirma Alfredo Pedraza Arias, capellán y psicólogo. Sin lugar a dudas, Tunja se ha convertido en un centro de paso para esta población, cuenta con espacios como casas refugio que los ayudan y acogen por cierto tiempo. No obstante, muchos de ellos por el afán de conseguir techo, encuentran viviendas abandonadas, lugares solitarios, espacios para resguardarse del frío y las críticas por el simple hecho de tener específicamente aquella nacionalidad.

Para inicios del 2022, se llegó a una cifra elevada de migrantes, contando con aproximadamente 4.831 venezolanos en Tunja. Con base en lo anterior, lo requerido por la ciudadanía ante las diversas situaciones y noticias negativas presentadas por algunas personas de esta población, se inició en la capital Boyacense un control mayor para aquellos que en calidad de migrantes entrasen ya fuese por estadía o de paso a la capital. La delincuencia ha sido uno de los llamados de atención que hace la ciudadanía Tunjana hacia las autoridades, señalando a la población migrante como los principales actores de esta modalidad.

Desde hace unos meses, los medios de comunicación transmiten en sus titulares algunos de los hechos que involucran a la población migrante en siniestros actos delincuenciales: robos, venta de estupefacientes, peleas callejeras, violencia intrafamiliar y porte ilegal de armas. Aunque, algunas de estas personas buscan el sustento honesto en trabajos informales y/o emprendiendo ya sea empíricamente o de mano a sus profesiones.

Hasta la fecha se registran varios hurtos a locales comerciales en modalidad de ´cosquilleo´, en los cuales las víctimas afirman y denuncian la participación directa de estos habitantes. Seguido a ello, las autoridades han logrado demostrar que no en todos los hechos participan personas en calidad migrante. A pesar de esto, se estima que en un 85% se ve involucrada esta población.

Las voces de los inocentes, que pertenecen al vecino país, luchan por un lugar con documentación legal que les permita no ser discriminados, sino aportar a la sociedad. “Algunos ciudadanos nos rechazan (...) no todos los migrantes que vamos en camino hacemos mal, vamos en búsqueda de un futuro para la familia, un trabajo (...)” comenta Erixon Bautista, migrante venezolano. Cada vez más se complica el subsistir de esta población, los elevados costos, señalamientos, fallas por algunos de ellos y pocas oportunidades, han dejado como resultado que, Tunja no sea un lugar óptimo para vivir, sino solo un paso obligatorio para aquellos que buscan persistir, así sea caminando invisibles por el mundo, pues no todos son culpables, pero, como se suele popularmente decir, “por unos pocos, lastimosamente pagan todos”.

 

Polícia inspeccionando

En cercanías al Parque Recreacional de la capital Boyacense, se realizan requisas a jóvenes procedentes de Venezuela. Abril, 2020. Fuente: Gina Rojas.

 

POR NUESTROS HERMANOS INVISIBLES

 

 

Colombianos y demás pueblos libres del mundo 

 

El castigo del tiempo ha perdurado como la tinta indeleble en la historia de todos los pueblos, donde la amargura de las diferencias se ha venido transformando en el actuar propio del pueblo nacional hacia nuestros hermanos, tal y como el libertador en su momento lo quería hacer con la unión de unas tierras que estaban bajo un yugo extranjero. La gran Colombia una utopía que pensaban solamente los locos, pero que se hizo realidad por un breve periodo de tiempo, que fue tan efímero y subjetivo que por nuestros propios ideales se fue desmoronando, como si la libertad e igualdad fuesen simplemente ideas pasajeras en un cuerpo considerado eterno.

Pero no nos quedamos allí, pues los ideales tomaron banderas y lo que antes era una lucha a blanco y negro, ahora era a color. Rojo como la sangre y azul como nuestros océanos, pero no se equivoquen, no es del escudo del que estoy hablando ni de su significado, sino más bien es la realidad de las calles y de nuestro propio gobierno, donde nos matábamos a machete por una corbata de esos colores, con miedo a las manifestaciones y la muerte oscura que con su velo dejó vacías hegemonías entre las generaciones, ya fuesen presentes o futuras, aunque sin perder la esperanza de que germinara la semilla de la paz en esta tierra de libertad.

 

Familia

                  Familia migrante en la capital del país. Marzo, 2021. Fuente: Jorge Galindo.

Eso sí, no nos confundamos, los rostros abstractos tanto de las problemáticas, como de las soluciones, solamente cambian de máscaras ante las situaciones. Por ejemplo, una de las soluciones tenía un rostro amable y sincero, que abogaba por las causas populares, pero que, al ser tan bueno lo tuvieron que callar, él fue el primero de muchos en proteger a los vulnerables y aún más por los que ante la desigualdad siguen teniendo fe en los políticos y que ellos fuesen los que cambiarán el desventurado destino de los caídos. Dicen que la fortuna sonríe a los valientes, pero ¿Quién le sonríe a los desafortunados?

Llegan algunos a los que llamaban caudillos “que han prometiendo escuelas y puentes donde no hay río” y si escuchamos la mayoría de la música colombiana nos cuentan las historias del pueblo, lo que han sufrido y las consecuencias que se siguen reflejando hasta el día de hoy, donde el odio se adentró en los corazones de las personas y terminaron en el círculo vicioso donde el amigo ahora es enemigo y el enemigo de mi enemigo, es mi amigo.

Que engañados hemos vivido durante la historia, donde los hombres se vuelven lobos y los vulnerables se vuelven objetos, simples herramientas que cuando cumplen su función los dejamos a un lado del camino sin tener en cuenta. Aunque ante los ojos de Dios todos somos iguales, ante los ojos humanos somos invisibles, no merecemos ni el perdón del santísimo, pero eso sí, las palabras de un sabio nos hacen entender todo a través del poema Los políticos y si creen que solamente son palabras para ellos, ¡no señor!, no se equivoquen, son para todos aquellos que quieran encontrar de nuevo el rumbo de su brújula moral, que quieran escuchar las palabras de alguien que tuvo que luchar, que se cansó de no recibir lo que era justo y necesario, que con tan solo un poema nos dice que también las fronteras se deben romper, aquel vacío que entre tanto grito el país nos ha vendido.

 

 

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