La IA y su encrucijada con los derechos humanos: ¿Un futuro prometedor o una amenaza inminente?

El impacto de la Inteligencia Artificial es tal, que afecta diversas áreas vitales para nosotros como individuos, lo que requiere una evaluación continua de su influencia en nuestras vidas. (Foto extraída de Lemontech blog)
Hoy, la inteligencia artificial ya no es una idea futurista, sino una realidad que está presente; desde los asistentes virtuales que nos acompañan en nuestros smartphones hasta los algoritmos que recomiendan productos en las tiendas online. La IA está moldeando nuestro mundo de maneras que aún no comprendo del todo.

Sexto semestre
Comunicación Social.
La IA y su encrucijada con los derechos humanos: ¿Un futuro prometedor o una amenaza inminente?
Recuerdo que un par de años atrás, cuando me hablaban de la idea de la Inteligencia Artificial, me parecía un concepto sacado de las páginas de la ciencia ficción. Hoy, la inteligencia artificial ya no es una idea futurista, sino una realidad que está presente; desde los asistentes virtuales que nos acompañan en nuestros smartphones hasta los algoritmos que recomiendan productos en las tiendas online. La IA está moldeando nuestro mundo de maneras que aún no comprendo del todo.
En la era digital, la implementación e implantación de la Inteligencia Artificial, en diversos aspectos de nuestra vida, plantea cuestiones éticas y legales, fundamentales en la ejecución y respeto de los derechos humanos. Este tema ha sido abordado a profundidad por expertos y académicos, como lo demuestra el estudio publicado en septiembre de 2018 por el Berkman Klein Center, de la Universidad de Harvard. El estudio plantea la proyección de la Inteligencia Artificial en aspectos como los procesos de préstamo, la salud, la contratación y la información; explorando así las oportunidades y riesgos que la IA presenta en relación con cuestiones fundamentales para la sociedad.
El impacto de la Inteligencia Artificial es tal, que afecta diversas áreas vitales para nosotros como individuos, lo que requiere una evaluación continua de su influencia en nuestras vidas. Existe la necesidad de realizar evaluaciones de impacto sobre derechos humanos, en relación con los sistemas de la IA, lo que, desde varios sectores se ha convertido en un llamado urgente que resuena en mi mente y me atrevería a decir que en la de muchas personas. En los Principios de Pekín, aprobados en mayo de 2019, se habla del desarrollo sostenible, de la privacidad, de la dignidad, de la libertad, de la autonomía y de los derechos, como referentes para la investigación y el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Se afirma que “el desarrollo de la IA debe reflejar la diversidad y la inclusión, y debe diseñarse para beneficiar a la mayor cantidad de personas posible, especialmente a aquellos que, de lo contrario, serían fácilmente descuidados o insuficientemente representados”. Esta perspectiva global enfatiza en la importancia de reflejar la diversidad y la inclusión en el desarrollo de las inteligencias artificiales, para beneficiar a todas las personas, evitando descuidar a quienes podrían ser fácilmente marginados.
Sin entrar en la olvidada cuestión de las verdaderas y las falsas necesidades, para mí es crucial reconocer que el desarrollo de productos que incorporan estas inteligencias puede tener efectos impredecibles sobre la vida humana, más allá de consideraciones puramente económicas. De esta forma lo plantea el autor Ibáñez López en su libro Inteligencia artificial: los derechos humanos en el centro: “En consecuencia, no todo posible desarrollo tecno-científico merece llegar a convertirse en un bien de consumo; de ahí la llamada a limitar la investigación y el desarrollo de productos que amenacen bienes humanos esenciales, como ha ocurrido recientemente a raíz de la entrada en escena de Chat GPT”.
En este contexto, me surge esta pregunta puntual: ¿Cómo podemos garantizar que la IA se desarrolle y utilice de manera responsable, respetando y promoviendo los derechos humanos? La respuesta reside en un enfoque multifacético que combine la colaboración entre diferentes actores: gobiernos, empresas, academia y sociedad civil.

Las decisiones relacionadas con el desarrollo, implementación y regulación de las inteligencias artificiales, tienen profundas implicaciones éticas. Es imperativo que se establezcan marcos éticos sólidos para guiar el diseño y uso de estas tecnologías, asegurando que se respeten los valores fundamentales de la dignidad humana, la equidad y el bienestar colectivo. La reflexión ética y la consideración cuidadosa de las consecuencias morales de la IA, son esenciales para garantizar que estas herramientas tecnológicas se utilicen de manera responsable y para el beneficio de toda la humanidad.
Es fundamental y necesaria la toma de acciones por parte de los actores que conforman la sociedad y así poner claras las reglas del juego; por ejemplo, la aplicación de directrices éticas y legales sólidas para guiar el desarrollo e implementación de estas inteligencias, garantizando su alineación con los principios de derechos humanos. Así mismo, es indispensable que se establezcan evaluaciones exhaustivas del impacto potencial de los sistemas de IA en los derechos humanos, antes de su implementación. De igual forma, es necesario que se implementen diseños de inteligencias artificiales que reflejen y respeten la diversidad de la sociedad, evitando sesgos discriminatorios. Finalmente, la participación activa de la sociedad en el debate sobre estos temas, para exigir que su desarrollo y uso se alineen con los valores y principios democráticos, es importante.
A lo largo y ancho del mundo se han venido presentando diversos casos de vulneración de ciertos derechos humanos, por parte de una IA. El diario estadounidense The New York times, publicó que, en China, las autoridades están utilizando sistemas de reconocimiento facial para rastrear y monitorear a las personas en espacios públicos; esta práctica ha generado preocupación por el impacto e invasión a la privacidad y la libertad individual. En 2020, un estudio publicado en la revista Nature Medicine encontró que un algoritmo utilizado para predecir el riesgo de muerte en pacientes hospitalizados mostraba sesgos raciales, discriminando injustamente a las personas afrodescendientes; este caso expone una vez más la necesidad de garantizar que los sistemas de IA se diseñen y entrenen con datos diversos y representativos para evitar sesgos discriminatorios.
Si me preguntaran por las inteligencias artificiales, en definitiva respondería que estas tienen el potencial de transformar positivamente nuestro mundo, pero solo si se desarrolla y utiliza de manera responsable, con el respeto a los derechos humanos como principio rector. Si no se fomenta este respeto, suceden ciertas problemáticas y descontentos por parte de la comunidad, esto se evidencia en un artículo de opinión de Amnistía Internacional sobre la vigilancia masiva impulsada por la IA: "La vigilancia masiva impulsada por la IA es una grave amenaza para los derechos humanos. Esta tecnología permite a los gobiernos recopilar y analizar vastas cantidades de datos sobre las personas, sin su conocimiento o consentimiento. Esto puede utilizarse para rastrear sus movimientos, monitorear sus actividades y silenciar a los disidentes. Es fundamental que establezcamos salvaguardas sólidas para proteger la privacidad y la libertad de expresión en la era de la IA”. La colaboración entre todos los sectores interesados será crucial para navegar este complejo panorama y garantizar un futuro en el que las inteligencias artificiales beneficien a toda la humanidad.
El diálogo sobre la regulación y aplicación ética de la inteligencia artificial debe permanecer abierto y activo. Es esencial que las decisiones relacionadas con el uso de IA se basen en un profundo entendimiento del impacto potencial en los derechos humanos. Solo así podremos garantizar que se convierta en una herramienta para el progreso humano sin comprometer nuestra dignidad y libertad.